lunes, 30 de marzo de 2015

Movimiento en libertad (parte II)

Hace unas semanas hablamos acerca del movimiento en libertad.  Mencionamos que durante el desarrollo motor de los niños hay diversos hitos y que Emmi Pikler (pediatra europea famosa en este tema) en su libro “Moverse en Libertad” describe diez estadios progresivos que un niño o niña desarrolla de forma cronológica. En términos generales son rotar, gatear y caminar.



En ese post dimos algunas luces  de cosas que la sociedad e incluso los médicos recomiendan hacer y que a la larga interfieren en la forma natural que un bebé va sincronizando su desarrollo motriz. 

Dentro de los mitos mas clásicos están:

1. El bebé debe permanecer cierto tiempo boca abajo
2. Cuando el bebé tenga alrededor de 4/5 meses debe aprender a rotar
3. Debemos enseñar al bebé a sentarse


Acerca de estas creencias profundizamos mas en este post:


En esta ocasión queremos continuar desmitiendo otros paradigmas o mitos que hay en la sociedad respecto a permitir a los niños y niñas  se desarrollen en libertad y sobre todo a su propio ritmo:

 4. ¡Gateo, gateo y más gateo!
En la actualidad el gateo ha comenzado a verse como una etapa no tan fundamental en el desarrollo motor de un niño. Para muchos padres es una fase que da lo mismo si sucede o no y hasta nos atemoriza si gatea demasiados meses consecutivos, nos empieza a dar ansiedad y lo único que queremos es tomarle de las manos y ayudarle a caminar.

En este periodo de gateo, como siempre,  es importante cultivar la paciencia, veremos previamente al gateo como el bebé da vueltas, puede ponerse en esta posición pero no gatea lo cual es totalmente normal. Hasta que finalmente llega el día que repta o se lanza a gatear.




 He escuchado a muchos padres decir casi con orgullo que sus hijos no gatearon, que se saltaron esa fase y directamente empezaron a caminar, (cabe aclarar que la precocidad de un niño para alcanzar determinada postura o movimiento, no es predictora de un futuro de capacidades superiores de ese bebé). Pero el gateo tiene muchos beneficios que debemos permitir que nuestro bebé obtenga:

1-    El movimiento consiste en mover brazo derecho y pie del lado contrario, e igual con el otro brazo y pie, en cada movimiento genera grandes beneficios neurológicos. Cuando gatean se tonifican los músculos que le van a permitir a  niño tonificar a su vez la columna, lo cual le ayudará a mantenerse erguido cuando pase a la etapa del gateo

2-    El gateo ayudará al bebé a ejercitar y perfeccionar la visión. Ahora el bebé ha de estar más atento a lo que le rodea, a ver por donde va y lo que está explorando, por tanto aprende a enfocar ambos ojos y a enfocar a una distancia de 30-40 cm aproximadamente, la misma distancia a la que deberá, posteriormente colocar el libro cuando empiece a leer y escribir, en su etapa escolar.

3-    Se desarrolla el sistema vestibular que es el encargado de regular el equilibrio, y el sistema propioceptivo, lo que le permitirán al bebé conocer donde están las diferentes partes del cuerpo y a situarlas

4-    Otro de los beneficios que tiene el gateo es que se estimula la tactilidad de la palma de la mano, lo cual beneficia a su vez la motricidad fina que en un futuro se traducirá en un buen control de trazo de la escritura. Al masajear la palma de la mano, ésta envía información al cerebro sobre las sensaciones y texturas que siente el niño. 

5-    Conecta  los hemisferios cerebrales creando rutas de información cruciales para la maduración de las diferentes funciones cognitivas.

6-    Ayuda a establecer la lateralización del cerebro más o menos a los 5-6 años, cuando uno de los hemisferios se convierte en dominante.

“Como vemos, el gateo tiene muchos beneficios desde el punto de vista sensoriomotor al seguir potenciando la musculatura anti gravitatoria, las coordinaciones, las sinergias musculares, como también, a nivel de la ideación y planeamiento de habilidades motrices más complejas y muy especialmente, en la emoción y el goce de ir descubriendo poco a poco el mundo que los rodea y su manera de habitarlo” (Sarita Gálvez Donoso, Kinesióloga Chilena)



5. ¡No a los andadores!
Ya el bebé sabe rotar, gatear, sentarse, gatear mas y comienza una etapa de transición donde sabemos que comienza apoyarse en todo lo que ve para erguirse, a tratar de ponerse en dos pies y dar sus primeros pasos.
Es en esta etapa donde empezamos a pensar en andadores, incluso algún familiar con buena intención ya nos ha regalado uno.



El uso de andadores es otro mito que debemos derribar. La realidad es que no son un buen elemento para promover el desarrollo de movimiento libre, además de ser bastante peligrosos y provocar un gran número de accidentes en los hogares.


Tanto en los Estados Unidos como en Canadá es el implemento para niños y niñas que más accidentes causa cada año (Traumatismos cerebrales, lesiones en la columna, entre otros).

Si tomamos en cuenta que  los hitos del desarrollo (girar, reptar, gatear, sentarse, arrodillarse, ponerse de pie, caminar, entre otros) son propios de la especie humana y que cada niño o niña los alcanzará de manera natural cuando corresponde porque estamos diseñados para ello, veremos que el uso de estos artefactos lo único que hacen es entorpecer esta sinfonía de movimientos. Adicionalmente sometemos a que el niño o niña genere posturas para las cuales no está preparado (estar de pie en este caso) ya que su estructura musculo-esqueletica aun no esta lista para asumir la posición vertical de forma independiente.
“El uso de andadores, saltarinas y centros de actividades NO promueven el desarrollo y es importante saber por qué es tan importante que este mensaje llegue a los oídos de todas las madres y los padres que nos rodean


lunes, 16 de marzo de 2015

Papás al 100 y Crianza con Apego.


Ayer fue el día de la Mujer y  me puse a pensar que el hecho de ser mujer siempre estará asociado a la posibilidad de ser madre, queramos serlo o no. Por algo los planes de salud tienen en cuenta que seas una mujer en edad fértil para cobrarte más y las empresas para discriminarte.

Aunque no todas las mujeres sean madres, todas las mujeres sanas estamos preparadas físicamente para ello, somos poderosas porque cobijamos vida y la nutrimos y cuidamos con nuestro cuerpo hasta después del nacimiento, también con la lactancia.

Contamos con hormonas femeninas que  nos ayudan a prepararnos psicológicamente para el paso a ser madres y nos ayudan a enamoramos de nuestro hij@ apenas lo vemos y lo tocamos!. Nos ayudan preparándonos para todos los cambios que la maternidad conllevará y la mayoría de nosotras (espero), recibimos a nuestros hij@s con alegría, criamos con amor y orgullo y dedicando lo  mejor de nosotras a nuestras crías. Es lo natural.

Pero los hombres no pasan por ninguna de estas experiencias ni por un “enamoramiento” natural hacia sus hijos, y tienen que conocerlos y convivir con ellos para enamorarse, sin ayuda de hormonas y del hecho de haberlos sentido como parte suya desde la concepción.

No tienen esa conexión mamá – hijo que nosotras formamos desde el minuto uno,  por lo que los padres necesitan involucrarse activamente, y deseando hacerlo desde el primer momento, en su crianza. Desde la concepción, deben ser parte activa en el trío madre-padre-hijo, y así comenzar una relación con ell@s.

Tal vez ésta sea una de las razones al hecho de que los padres, al menos en nuestra cultura occidental industrializada, estén tan lejanos y ausentes en la crianza der sus hij@s. Aunque esto está cambiando claramente, por lo que puedo ver a mi alrededor.

Otra razón radica en el hecho de que tradicionalmente el papel del padre ha sido el de proveedor exclusivamente. La madre se ocupa de la casa y los niños, independientemente de que también trabaje remuneradamente, y el padre sale a trabajar y poco se ocupa de la casa y los hijos.
 
Pero decía, eso está cambiando. Veo constantemente a mi alrededor, padres más involucrados. En el parque, por ejemplo, van padres solos con sus niñ@s o todos en familia, los padres juegan con los niños, también con las niñas, se divierten juntos.

Los amigos, por lo que cuentan, también están involucrados en las tareas de crianza; dan de comer a sus hij@s, cambian pañales, les bañan, les visten, y/o se ocupan de tareas de la casa. Pareciera que empieza a haber un reparto más igualitario de las tareas del hogar y la crianza.

Esto es lo que “se ve” desde fuera, pero “por dentro” doy fe de que los padres involucrados en la crianza (y con apego) sí existen. Yo conozco uno, y no fue el mío, un padre muy involucrado en la crianza de su hijo que desde su vida intrauterina comenzó a crear lazos con él; le leía, le cantaba, le hablaba, le acariciaba y ahora sigue igual…. Busca tiempo para estar con él y sé que su hijo sabe cuanto lo ama y lo cuida. Yo siempre le digo que es el mejor padre que he conocido, y es verdad.
Se ha preocupado siempre de apoyarme en la crianza, y cuando nuestro hijo era pequeño y sólo necesitaba a mamá, se hacía cargo de la casa y nos acompañaba en todo momento, queriendo pasar su tiempo con nosotros. Cuando nuestro cachorro ya lo dejó ser parte de su vida más activamente, empezó a forjarse su propia relación independiente de mi… y me he quedado maravillada con el amor y la dedicación que le trata, aunque a veces necesita de mi ayuda para mantener la paciencia ( y yo la de él)
 
Sólo queda que nuestro niño le deje hacerse cargo de él también por las noches. Pero aun así el padre puede colaborar prestando ayuda física a la madre en todo lo que necesite por las noches; llevando, trayendo cosas, prendiendo, apagando luces etc., prestando su cuerpo como apoyo, por ejemplo cuando el bebé se sube sobre la mamá a mamar y la madre necesita apoyo en su espalda, etc. Puede dedicarle a su pareja y su hijos todo su amor, en esos duros momentos de frecuentes despertares cada noche cuando el cansancio no es buen aliado,  acariciándoles, besándoles, cantándoles, etc. ¡Lo bien que se siente que alguien se ocupe de ti, cuando tienes que atender a tu hijo y no puedes más del cansancio!




Aquí dejo unas palabras de esta padre, que ha abierto su mente y ha decidido también criar con apego.

“¿Qué puedo decir sobre la paternidad que no suene a tópico? ¿Qué la vida te cambia radicalmente, que es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida…? Yo puedo resumirlo con una frase que me decía mi padre cuando era pequeño, y que nunca comprendí: “ cuando seas padre, comerás dos huevos “. Cada uno, podrá interpretar esta oración como quiera. Por mi parte, puedo decir que significa “ RESPONSABILIDAD “. Lo escribo en mayúsculas, porque conlleva mucho más que una simple responsabilidad: madurez, valor, amor, generosidad, comprensión. Todo esto y más, es lo que me ha aportado mi hijo.
Mi hijo, … , mi pequeño terremoto…

Si, obviamente mi vida y, por supuesto, también la de mi compañera, amor y mamá de nuestro hijo, ha cambiado completamente. Personalmente, creo que  la paternidad es un proceso de aprendizaje que estoy viviendo cada día.
Por eso, me alegro de haber sido padre a los 38 años. No es lo mismo ser padre a esta edad que a los 18, hay que afrontar un montón de cosas y ser autodidacta, ante la llegada de una personita que necesita de ti, a pesar de que yo estaba seguro y decidido del paso tan grande que iba a dar; aunque fuera un paso hacia el desconocimiento más absoluto …  No hay un manual de instrucciones ni una guía a seguir…

Una nueva vida comienza en el momento en que llegas a casa con tu pareja y tu hijo recién nacido... Aprendí que yo ya no tenía importancia; mis necesidades pasaron a un segundo plano.
Paternidad… automáticamente pienso en mis padres, en los esfuerzos que hicieron por cuidarme, por protegerme, por alimentarme. En los temores que tenían cuando salía de casa solo, o cuando me marchaba de vacaciones. Todos esos pensamientos me abrieron los ojos de lo que significaba ser padre: sacrificio y dedicación al 100 por 100. Es un cambio muy duro y drástico en el que no hay vuelta atrás. No es un regalo que, si no te gusta, se pueda devolver.

Y aquí sigo, paso a paso,  aprendiendo y queriendo cada día más a mi hijo. Aprendiendo a través de su guía, y sorprendiéndome de lo rápido que transcurre el tiempo; de ser un bebé a corretear por la casa sin darnos un segundo de respiro, de sus primeras palabras indescifrables, de sus rabietas, de sus besos, de sus risas, de sus penas, de sus lloros…En fin, exprimiendo al máximo el tiempo de estar con él, mientras sea pequeño.
También me he vuelto observador de otros padres,  cuando van con sus hijos, como los tratan, como les hablan, qué lenguaje utilizan con ellos. Y muchas veces se me cae el alma a los pies; malas palabras, amenazas, violencia. No entiendo, con lo poco cuesta tratarles con cariño y con respeto.

En mi caso, no seré un padre perfecto, pero el amor y el respeto que siento por mi hijo, no lo tengo por nadie. ¿Qué significa mi hijo para mí? Mi vida…” (Iván)

Padres involucrados y que criaran con apego era impensable hace unos años, pocos. Si miro mi propia infancia y la relación con mi padre, no voy a decir que estuvo ausente, pero no fue una relación cercana. Mi padre jugaba poco conmigo porque “era niñita” y no sabía cómo tratarme, según el mismo decía, pero sospecho que también porque no me conocía ya que todo nuestro quehacer quedaba en manos de mi mamá.

Mi papá se ocupaba de prepararnos el desayuno los fines de semana, y salíamos juntos de vez en cuando, siempre en vacaciones, sí compartíamos tiempo juntos pero algo había que ese tiempo no fue suficiente para compartir realmente.
Y para mí, la cosa era así. Todos los papás de mis amigos compartían un patrón similar, estaban presentas pero ausentes, no había un conocimiento o conexión emocional con ellos. Creo que era porque su involucrarse en la crianza no pasaba de hacer acto de presencia y de ocuparse de algunos regaños o castigos, cero guía, cero compañerismo.

Tampoco me criaron con apego, me hacían sentir querida, pero en mi casa sí había castigos, gritos y amenazas,  casi siempre de parte de papá
Y antes,  creo que los padres eran más ausentes, las familias eran más grande y muchos niños a los que cuidar. Mi madre habla de su padre como un señor extremadamente autoritario, nada involucrado en la crianza. Con él los niños no podían abrir la boca en la mesa o tener “modales poco adecuados”, bastaba una mirada para que temblaran...
 
Creo que el ser padre, también debiese de comenzar con la crianza que le damos a nuestros niños, en la casa con la familia de origen, debería ser  el lugar donde un hombre aprende a ser padre, al igual que las niñas aprendemos de los juegos “de niñas” con los muñecos y carritos de paseo, lo que después vamos reforzando cuando vemos a otras mujeres ser mamá.

Según Sergio Sinay en “Ser padres es cosa de hombres” los hombres tiene que aprender a ser padres y re aprender y reconvertirse en la propia experiencia de serlo, y en cada una de sus etapas, dado que no cuentan con un bagaje anterior sobre lo que es la paternidad.

“Cuando somos pequeños los varones no jugamos naturalmente con muñecas, no los alimentamos, no los abrigamos, no le es hacemos una casita. Se supone que no son juegos de niños, sino de nenas (…) Pero ¿Dónde  y cómo aprendemos los varones a ser padres?. (…)
Generalmente, a los hombres adultos que ejercemos la paternidad, en cualquiera de sus etapas, al no haber tenido de quien aprender, no tenemos como saber. De manera que la única y maravillosa oportunidad que tenemos de aprender es en el ejercicio de la paternidad, aprender con nuestros hijos (…)
Comienza en cualquiera de tus edades y circunstancias o las edades y circunstancias de tu hijo, justamente porque la paternidad no se juega solo una vez, porque no tiene fórmulas, porque es un viaje de ida. Con cada hijo nace un padre (…) Nos convertimos en padres. También re-aprendemos. También nos re-convertimos"

Creo, por eso, muy importante el criar a nuestros hijos e hijas de manera igualitaria, sin roles ni juguetes sexistas. Incentivando también a los niños a jugar a las muñecas, a la casita, a preparar la comida y a barrer. Involucrarlos activamente en las tareas del hogar, y no como una obligación sino por el placer de ver tu lugar limpio y ordenado. Al principio todo es un juego y podemos regalarles todo tipo de juguetes y no se van a sorprender; muñecas, muñecos, mochilas cargadoras de muñecos, escobas, cocinitas, etc.
Lo van a tomar de manera natural siempre y cuando en casa vean el ejemplo, un padre involucrado en la crianza y en las tareas del hogar.


Para mi hijo es tan natural todo esto, que tiene su propia muñeca, la “Pepi”, a la que él mismo ha intentado “darle tetita”, tiene su escoba con la que “me ayuda” a barrer y me ayuda de verdad cuando cocinamos, le encanta meter las manos en la masa y remover y mezclar.
Así en el futuro crearemos, porque estamos criando en el presente, hombre -padres interesados e involucrados en la crianza de sus hijos que a su vez, criarán con apego. M.R.

¿Cuál es el papel de un papá involucrado en la crianza?

“Papá tiene un rol de protector en los primeros años de vida. Debe sostener y apoyar a mamá, especialmente en los dos primeros años (el puerperio), para que esta pueda dedicarse y entregarse al bebé, que tanto lo necesita tanto física como emocionalmente.
Mamá recibirá muchas veces una especie de acción invasiva por parte del entorno, especialmente si decide dedicarse a la lactancia exclusiva y a la crianza respetuosa. Vecinos, amigos, familiares, desconocidos y hasta el mismo pediatra se colocan muchas veces en una posición de juicio y ataque. Condenando y tratando se sabotear las acciones instintivas, como por ejemplo la lactancia prolongada.
(...) Me gusta llamar a Papá el “Bastión emocional”(…)

Papá también deberá ayudar con los deberes del hogar en el puerperio, ¿Y por qué no? Después también.
Atenderá y dedicará tiempo exclusivo al niño, dando ratos de descanso a mamá. Esto último es importante para crear vínculo.
(...)
Un padre que cría con apego es “un hombre normal, que quizás disfrute del fútbol, del béisbol, de coleccionar cosas o de la buena música. Lo que nos diferencia de un hombre que no cría con apego, es que vemos la crianza y educación de los hijos como un asunto de pareja. No delegamos todo a mamá. Si trabajamos fuera de casa, al llegar nos dedicamos a nuestros hijos. Jugamos con ellos, les atendemos y les escuchamos con atención (…)
Tenemos derecho a tener malos días y malos ratos. Pero aprendemos a resolver los conflictos de forma amorosa, a través del dialogo y la empatía. Pues justamente esa es la forma en que queremos que nuestros hijos resuelvan los asuntos en sus respectivas vidas.
(…) Un papá que cría con apego está muy lejos de ser una figura autoritaria, que dicta órdenes para que se obedezcan sin cuestionarlas. Por lo que construye una sana autoestima en sus hijos.
(…) Como bien he dicho, una crianza respetuosa es la base sobre la que se construye el autoestima y se establecen los valores de vida y los mecanismos emocionales con que enfrentaremos la misma. Por lo tanto los beneficios ni siquiera tienen que describirse. Pues son la empatía, el amor propio, los buenos patrones de comunicación, y hasta la salud.
(…) Estoy totalmente convencido de que no se puede establecer una sociedad sana con los viejos patrones del autoritarismo. La única forma que hay de construir un mundo nuevo es establecer sus cimientos en el amor, el respeto y la tolerancia. Y esto solo lo lograrán un nacimiento humanizado, una crianza con apego y respeto y una nueva educación basada en la empatía, el amor y la conexión con nosotros mismos y nuestra verdadera esencia”


http://felicescriando.blogspot.com.es/2014/12/la-paternidad-con-apego.html?spref=tw

 

Si eres un padre interesado en una paternidad activa te interesará seguir el siguiente link el Programa de ”Chile Crece Contigo”.

 También te invitamos a leer la Guía para la paternidad activa.

Y para terminar… un chistecito muy real sobre la paternidad:

 
 

viernes, 6 de marzo de 2015

Confesiones de unas malas madres


Hoy tenemos ganas de contarles lo que a veces pensamos y sentimos, y que nos hace sentir  malas madres. Tenemos ganas de contárselo a nuestros hij@s, Camila y Damián, para que puedan entender por qué ellos sienten, en algunas malas ocasiones, a mamá un poco menos feliz o más lejana, más enojona e incluso gritona.

Hablaremos de manera personal, desde nuestro ser madre por supuesto, pero la/os invitamos a reflexionar sobre sus propios ser malas madres/padres, suponiendo que toda/os lo hemos sentido en algún minuto u ocasión. Y la/os invitamos a confesárselo a uds. misma/os y sus cachorros, quienes se merecen a unas madres y padres  sanos y libres de culpas.




…….
 
Desde el primer minuto de su vida extrauterina, mi niño me ha guiado para que yo aprendiera sobre maternidad, con su manera de ser me ha llevado por el camino del aprendizaje y de la búsqueda de tribu. Sin él, tal vez nunca se me habría ocurrido conocer más gente que criara como yo ni querer ser parte de esta comunidad, tal vez no habría descubierto que la maternidad acompañada es más llevadera.

 
Sí, llevadera, porque no es todo fácil y pura dulzura, como a veces uno quiere creer o como te quieren hacer creer.


Cuando decidí dejar de lado la crianza tradicional, y hacerme amiga del respeto incondicional a las necesidades de mi hijo, lo hice porque vi que aquella manera seria la mejor para él, y que efectivamente, daba sus frutos inmediatos, manteniendo su carácter dulce, simpático, desarrollándose con seguridad y afecto, siendo un niño despierto e inteligente. Al mismo tiempo me di cuenta que sería muy cansador para mí, y lo sigue siendo, pero lo asumí y lo asumo y esta es la manera de criar que me acomoda y nos gusta a la familia que somos.

La maternidad me ha sido y me está siendo una experiencia maravillosa y también al límite en todo, en lo positivo y en lo no tanto, sobre todo en lo agotador.

Doy fe por mí y por mi compañera de tribu, Dora, que esta es la experiencia más agotadora de nuestras vidas, y no sé si es porque tenemos niños especialmente demandantes o porque hemos decidido involucrarnos al 100 en hacerlos felices, pero sea lo que sea, en mi (nuestra) experiencia, el cansancio es el pan de cada día.

Y aquí viene el objetivo de este escrito, las confesiones, el desahogo, el compartir esos sentimientos negativos que surgen desde el cansancio y la frustración de no haber podido dormir más de 3 horas seguidas desde hace dos años, y no haber tenido ni un minuto para mí, realmente para mí, y no para atender cosas de la casa, como suele ser el escaso tiempo que me quedo sola o cuando me dirijo o regreso del trabajo.

 
Por ti, mi amor, confieso haber deseado muchas veces que fueras diferente, un niño de los que duermen tranquilamente muchas horas seguidas, como se supone que debe ser. ¿No dice algo así lo de “dormir como un bebé”?

Confieso haber deseado que esto fuera un sueño y que cuando despertara estaríamos en nuestra vida sin hijo, descansando y volviendo a tener mi vida para mí.

Confieso que no te soporto cuando te mueres de sueño y te resistes con garras y dientes a dormir.

Confieso que me caes mal cuando te despiertas tropecientas veces cada noche y no te duermes si no es con la teta, conmigo. ¡Qué diferente seria si no chillaras como loco cuando te intenta redormir papá!

Confieso estar cansada de tenerte encima mío todo el tiempo y tenerte que dar teta a cada un minuto, cuando estas en fase “mami”.

Confieso que te he apartado la mano bruscamente, más de alguna vez, cuando en la noche no te reduermes y me entierras tus dedos en los ojos, la nariz, la boca, el ombligo, los pezones, etc.

Confieso que te he apartado de mi lado, con poca suavidad, o te he dejado sobre la cama o el sofá bruscamente cuando estás en plena rabieta y necesito no tenerte encima mi para poder calmarme, lo que ha incrementado tus gritos. Claramente necesitas una mama tranquila en esos momentos.

Confieso que te he dejado solo, más veces de las que quisiera, durante tus rabietas, para poder calmarme antes de seguir a tu lado, aunque sé que me necesitas ahí para sentirte seguro.

Confieso haberte gritado, en más de una ocasión, en un momento de desesperación, aunque de esa manera lo único que ha ocurrido es que grites más y me mires con tu carita de pena y haciendo un puchero no entiendes por qué te grito.

Confieso haber tenido ganas de darte un golpe o un empujón para que te calmes. ¡Qué irónico querer que te calmes de esa manera y haciendo gala de un mal ejemplo que no llevara a nada positivo!

Confieso que me arrepiento al mismo momento en que todo esto ocurre y que cuando nos calmamos te pido perdón, eso lo sabes bien. Me conoces.

Confieso sentir en esos momentos que soy una mala madre y que no practico lo que predico.

Confieso ser víctima de mis propios impulsos y de mi propia crianza y que por momentos me resulta difícil ver la luz y retomar el camino, aunque tengo suficiente luz para no haber pegado nunca.

Confieso que hay veces que siento que criarte con respeto me queda grande y que lo único que quiero es dejar de sentirme cansada en todo momento,

Pero confieso también que te amo, que eres la razón de mi existir, lo mejor de mi vida y a quien más quiero hacer feliz, por eso sigo siendo tu mamá con amor y respeto. Por eso si me caigo, lo reconozco y lo enmiendo y sigo adelante con la cara lavada y mi mejor sonrisa.

Confieso que eres mi todo.

 
……

 
Las confesiones de Mirra no distan de mi realidad, al leerlas me siento sumamente identificada, y con un deseo de escribir, para también hacer catarsis, quiero compartir con ustedes algunas confesiones de esta madre imperfecta:
 

Confieso que muchas veces, cuando estoy sobrepasada, porque has hecho muchas pataletas, y no duermes siesta, y has dormido horrible toda la semana, y siento que no doy más, y haces cosas, propias de tu edad, me enojo y me viene un deseo ciego, tremendo, voraz de querer darte una nalgada, un jalón de orejas, un zarandeo o cualquier tipo de violencia física que te haga obedecerme

 
Confieso que después de tener esos deseos tan oscuros, de que la sombra de la violencia me persiga te miro a los ojos, me doy cuenta que efectivamente solo eres una niña, y me embarga una culpa horrible, mucha pena y vergüenza.

 
Confieso que he llorado muchas madrugadas, anhelando dormir más, queriendo que te calles, que te duermas sola, porque me duelen los pechos, la cabeza, la espalda y estoy cansada, muy cansada. Me he parado y te he cargado de mala gana, de mala forma. Quiero que tu padre me ayude, trata, pero lo único que quieres es estar conmigo y yo te rechazo.

 
Confieso que te he gritado, que no he sabido controlarme, porque en la nebulosa de mi enojo, creo que es la única forma en que vas a entender, mientras tú me miras desconcertada, tus hermosos ojitos me miran diciéndo “¿qué le pasó a mi mamá?” 

 
Confieso que he pensado en mandar al carajo todo en lo que creo, a esta crianza más respetuosa y empática, porque cuando te veo tan desafiante y dispuesta a romper cualquier límite he pensado que esto no funciona contigo, que te estoy malcriando y que debo criarte de una manera más tradicional, que debiera hacerte entender de una u otra forma que te guste o no yo soy el adulto y se hace lo que yo diga.

 
Confieso que me he planteado muchas veces si habrá sido lo mejor quedarme en casa criándote, si debiera estar trabajando, porque a veces creo que me estoy "desperdiciando" al dedicarme solo a ti. Después recapacito y me doy cuenta que es un privilegio y que el hecho que seas como eres y que seas esta niña tan maravillosa  es en parte por mi sacrificio de amor. 

 
Confieso que cuando pasa la tormenta, vuelvo a verte como el ser humano que eres y que se merece respeto, vuelvo a ponerme a tu altura, vuelvo a ponerme en tus zapatos y entiendo, que solo tienes dos años, que no es tu intención hacerme pasar malos ratos, que simplemente tu eres inquieta, curiosa y con muchas ganas de descubrir.

 
Confieso que cuando me envuelve todo este lado oscuro, producto de mis sombras y luchas internas, he logrado ver un poco de luz. He podido hacerme a un lado, he podido abstraerme, he podido pedirte perdón cuando te he fallado. He podido irme y respirar, lavarme la cara, aunque tu llores desconsolada y cobro la cordura y vuelvo a pensar, vuelvo a verte, vuelvo a creer en ti, vuelvo a creer en mí y vuelvo amar tu manera de ser: vuelvo amar que seas tan desafiante y obstinada vuelvo a rogar que nadie mate tu esencia, mucho menos yo.

 
 
 
 

domingo, 1 de marzo de 2015

Movimiento en libertad (parte 1)



Ver crecer a nuestros bebés, como pasan de descubrir sus manos, a tocarse los pies, rodar, gatear, caminar, correr, saltar, e irse perfeccionando en sus habilidades motoras constantemente es algo realmente increíble.
Lamentablemente en nuestros días como hemos hablado antes estamos llenos de muchos paradigmas y “consejos” que estoy segura no son con mala intención, pero solamente que son cosas que se han venido haciendo por sugerencia de quien sabe quien y que se han perpetuado sin detenernos a pensar si estará bien o mal.

En esta ocasión vamos hablar sobre el movimiento en libertad, un tema que en lo personal me parece muy interesante, y que con el nacimiento de mi hija descubrí que hay bastante desinformación al respecto. 
Durante el desarrollo motor de los niños hay diversos hitos. Emmi Pikler (pediatra europea famosa en este tema) en su libro “Moverse en Libertad” describe diez estadios progresivos que un niño o niña desarrolla de forma cronológica:

1. Pasa de la posición de espaldas a la de costado y vuelve a la posición inicial.
2. Se vuelve tumbado hacia abajo 
3. Pasa de la posición ventral a la dorsal (con vueltas alternadas).
4. Repta sobre el vientre
5. Gatea.
6. Se sienta (está sentado y vuelve a tumbarse).
 7. Se arrodilla erguido (se sostiene sobre las rodillas, vuelve a colocarse en posición de gateo   o se sienta).
8. Se pone de pie (se sostiene de pie y se pone de nuevo en posición de gateo o se sienta).
9. Comienza a andar sin sujetarse (en esta fase es importante que el niño logre ponerse de pie por sí mismo sin apoyo)
10. Marcha estable (el niño la utiliza diariamente para desplazarse).

De acuerdo a la observación de la pediatra en el Instituto Pikler cada uno de estos hitos se generan en los niños durante edades variables. Esto es muy importante de tener en cuenta, pues todos los niños son totalmente distintos.

A los ma/padres sin embargo, nos da mucha ansiedad de cuando ocurrirá cada una de estas fases y nos da preocupación si se atrasan en alguna. Yo misma me sentía muy preocupada cuando mi hija llegó a los 7 o casi 8 meses y no lograba rotar. Opté porque debía llevarla algún lugar para “estimularla” sin haber profundizado más acerca del movimiento libre. Camila no necesitaba intervenciones, ella alcanzaría su hito de manera autónoma mas tarde. 

Esta misma ansiedad nos hace caer en algo aún mas serio, adelantar a nuestros niños hacer cosas para los que aún no están preparados. Y es esta misma ansiedad la que nos hace gastar mucho dinero en cosas innecesarias como “gimnasios para estimular a los bebés”,  “andadores”, “arnés para caminar” y otras cosas que se han inventado para “ayudar” que nuestros hijxs alcancen sus hitos mas rápidos y no cuando corresponda libremente. 
La familia, la sociedad misma lo último que nos dice es que tengamos paciencia, que eventualmente nuestros pequeños harán lo que tengan que hacer. Esto nos ahorraría preocupaciones y mas bien disfrutaríamos cada vez mas sus logros.

Es por esto que quiero enfocarme en algunos “consejos” erróneos que recibimos como padres:

        1. El bebé debe permanecer durante algún tiempo al día boca abajo:

 En ingles se le     denomina “tummy time” y los pediatras incluso lo recomiendan para fortalecer   la columna y el cuello del bebé desde que tienen alrededor de 2 meses. Según el movimiento en libertad, la posición natural de un bebé es de espaldas. Lo mejor que podemos hacer (el tiempo que el bebé lo permita) es que permanezca de espaldas al suelo rodeado de la menor cantidad de cosas posibles, sin tantos juguetes con sonidos ni colores.

“Cuando un niño/a es puesto en posición de boca abajo precozmente la gravedad hace su trabajo y no puede respirar muy bien, así debe intentar vencer la gravedad y elevar la cabeza con un coste energético muy grande y con movimientos poco armónicos y muy tensos… Para nuestra sorpresa, el itinerario descrito por Pikler muestra que cuando el niño o niña está preparado y de manera independiente gira boca abajo, asume  inmediatamente la postura con apoyo simétrico de manos… Es decir, no necesita ese entrenamiento prolongado boca abajo” (Moverse en libertad, Emmi Pikler)



2. Cuando el bebé tenga alrededor de los 4 o 5 meses el bebé debe rotar:
Esto es variable, mi hija como lo comenté anteriormente giró hasta los 7 meses aprox. Hay una diferencia sutil: a esa edad los bebés pueden girar y ponerse de costado, explorar y luego volver a estar de espaldas, pero no es hasta alrededor de los 6 meses que ocurren los volteos luego de ejercitar por 2 meses los giros hacia los costados. Finalmente a los 7 meses aproximadamente Pikler describe que el niño o niña logra pasar de la postura boca abajo a espaldas nuevamente con vueltas alternadas, incluso esto se transforma en la primera locomoción para muchos niños y niñas que logran desplazarse girando para alcanzar algún juguete deseado.

Lo mas importante es que para que esto se logre de manera autónoma, sin forzar (incluso si el bebé no puede volver a la posición inicial hay que ayudarle) hay que permitirle permanecer boca arriba en el suelo principalmente , con ropa cómoda, sin tanto estímulos ni sonidos,  y sobre todo teniendo calma, paciencia y acompañándolo continuamente.

3. Debemos enseñar al bebé a sentarse: 
Nada puede estar mas erróneo, lejos de la realidad y sin embargo es una práctica muy frecuente en la sociedad. No es necesario enseñar a los bebés a sentarse y mucho menos forzarlos a estar en esa posición.  Existen incluso en el mercado sillas para sentar bebés cuando no están listos. 

“La pediatra Emmi Pikler describía lo extraño que le parecía esta práctica tan usual y cómo esos bebés, que eran sentados prematuramente, mostraban un desarrollo postural tan distinto a los niños que se mueven en libertad. Ella planteaba que los pequeños se mostraban tensos y más rígidos, “como si se hubieran tragado un palo de escoba”…De esa manera, cuando a un niño se le impone una postura que aún no logra por sí solo, también se le impone la exigencia y se le marca un ritmo”

La realidad es que un bebé se sienta solo después de girar hacia ambos lados, después de arrastrarse o reptar,  en general, se sentará solo cuando comience a gatear y, tomando como referencia los estudios de Emmi Pikler, eso es algo que suele suceder alrededor de los 9 meses!!! Tristemente he visto bebés de 4 o 5 meses forzados en la postura de sentarse.  

¿Qué ocurre cuando un niño es sentado sin estar listo? Como no está preparado, es posible que necesite ayuda constante para poder tomar cualquier objeto y explorar. De esta manera, es posible que no pueda alcanzar sus juguetes, que se le caigan, , lo cual puede generar llantos y frustraciones innecesarias que podrían ser ahorradas si simplemente se mantiene en el suelo boca arriba, en la posición que el niño maneje.
Por otra parte, si un niño es sentado precozmente, sus piernas no se activan y se transforman en un soporte de la postura. Las piernas de un niño que se mueve en libertad son activas, móviles y flexibles, son parte de los giros e importantes motores del arrastre.

En el próximo post, hablaremos de otros paradigmas: de la importancia del gateo y que no da lo mismo si el niño se salta esa etapa, de porque es mejor decir no a los andadores y de las maravillosas ventajas que genera el permitir que tu hijx se mueva en libertad. 

Claramente, esta propuesta mas natural y respetuosa te permitirá disfrutar y acompañar mas a tu bebé en el alcance de todos su hitos motrices, sin intervenir demasiado y sin poner al bebé en posturas que no logra por si mismo.

Mientras tanto espero disfrutes este video, donde se puede ver como poco a poco un bebé va alcanzando los movimientos indispensables para rotar sin ayuda y sin intervención. 




Para más información visita  www.moverseenlibertad.cl
                                               http://pikler.blogspot.com
                    Instituto Pikler:   http://www.aipl.org