lunes, 14 de diciembre de 2015

Me quedé en casa... por opción

Hace un tiempo vengo pensando escribir acerca de mi experiencia como madre que decidió (por opción) quedarse en casa.
Y es que la verdad hay muchos mitos en torno a las madres que no tienen trabajos con salarios remunerados – porque quedarse cuidando a los hijos es un trabajo realmente-, lo único que no recibes un cheque mensual (en general).


Antes que nada, quiero aclarar, que este post si bien va dedicado a las mujeres que hemos hecho una pausa en nuestras vidas laborales para cuidar de nuestros niños, en ningún momento va en desmedro de las madres que trabajan. Estoy completamente clara y no me cabe duda que muchas desearían hacerlo pero simplemente no pueden. Se que las razones para seguir trabajando son muchas: es necesario para pagar las cuentas, seguir creciendo profesionalmente y no “quedarte atrás” o porque simplemente disfrutas de trabajar. Estoy clara que vivimos insertos en un sistema donde la prioridad no son los niños, hablemos lo que es, la prioridad es que produzcamos para poder acceder a todo lo que no se nos provee por derecho y las mujeres debemos dejar a nuestros hijos y salir al mundo laboral para “aportar” como se debe al hogar.


¿Será que así las ve el mundo?


Luego de mi pequeño desahogo socialista, vamos al grano: necesito iluminar al mundo: las mujeres que nos quedamos en casa cuidando a nuestros hijos no somos unas holgazanas.

Así de simple… me gustaría partir compartiendo mi experiencia personal: Al volver de Francia, donde nació mi hija la verdad que inesperadamente, me encontraba en una ciudad básicamente nueva para mi, sin tribu, sin familia, sin ayuda.
En este punto de nuestras vidas, nadie generaba ni un peso para sostenernos, en nuestro pequeño hogar de 3, nadie era económicamente productivo. Fueron meses un poco angustiantes, pero por suerte al poco tiempo el macho alfa salió al mundo laboral a proveer el pan de cada día.
Cuando esto sucedió, Camila tenía casi 1 año, y TODOS, es decir, mi familia y la familia de mi compañero, esperaban obviamente que yo también saliera apoyar la causa trabajando. Es que es lógico, Camila ya estaba más grande, ya podía ir al jardín y no menor… ¿como una mujer como yo se iba quedar en casa? Al decir “como yo” me refiero a una chica bien preparada profesionalmente, con estudios de posgrado, algunos idiomas, criada para no depender de un hombre, joven y blah blah blah.



La verdad es que previo a convertirme en la mamá de Camila, yo también enfilaba el grupo de seres humanos que piensan que la mujer NUNCA debiese darse una pausa en su vida profesional para cuidar a sus pequeños. Para mi esto era aislarte, era retroceder, era darle la espalda a todas esas heroínas que salieron a luchar por los derechos de la mujer y que fuéramos iguales a los hombres en el mundo laboral.
Pero, se me regaló el privilegio de ser madre… y que honor!! Cuando sostuve en mis brazos al ser al que le di vida yo permuté, fue como que cambié de piel, tuve quiebres potentes y sufrí cambios importantes. Ser madre para mi significó verme en muchos aspectos y deshacerme de paradigmas preconcebidos instaurados en mi desde siempre, para lograr reconectarme con una mujer distinta que nacía el día que nació Camila. Aun me emociono de pensar en esos meses, el puerperio fue un despertar muy profundo, hubo dolor pero hubo regocijo porque sabía que iba por el camino correcto.

“El mundo ya es lo suficientemente competitivo como para descansar” -pensaba la mujer en mi antes de ser madre-. “Esas pobres mujeres les costará muchísimo reinsertarse, se estancarán y peor aún… se aburrirán”, era mi frase de cajón cuando me preguntaban que opinaba del tema.


Una vez hecha la confesión anterior, puedo decir con propiedad que se de lo que estoy hablando. Ya estuve en ambos lados, ya estuve en ambos mundos.

Llegado el momento, lo conversamos seriamente con mi esposo y mis palabras fueron del corazón: “No me siento preparada para dejar a Cami con alguien mas, la quiero cuidar yo… ¿me apoyas?”. Como su respuesta fue que si, tuvimos que hacer cuentas, unos reajustes por aquí y por allá, y ¡voilà! Sí era posible poder seguir con mi bebé simplemente porque yo lo deseaba y porque nos acomodaba como familia.

Así como mi hija cumplió 1 luego cumplió 2 años y con eso se sumaban cada vez mas mi tiempo fuera de las pistas laborales. También sentía como crecía inminentemente la “preocupación” de la familia y de algunos amigos porque yo tenía ya demasiado tiempo sin trabajar. Cada vez que que mis padres podían, sacaban el tema de mi extendida estadía en la casa. Y es que ellos no criaron a su niña para quedarse de “ama de casa”.

Aqui hay un punto importante: el mundo tiene una idea lastimosa de las mujeres que están en casa. Para el mundo en general, estar en casa significa depender del marido, significa no tener opinión en el hogar, significa que en cualquier momento si te dejan no lograrás salir adelante porque todo tu mundo depende de tu pareja, significa que te perdiste como mujer y nunca vas a ser mas nada que “mamá”.

Hay de todo, se que para muchas madres es así, porque la violencia económica existe, y muchos hombres creen que porque sus parejas no aportan con dinero, no tienen ni voz ni voto. Pero en estos tiempos, es cada vez mas normal que las mujeres preparadas y “exitosas” profesionalmente decidan quedarse en casa si esto es posible, simplemente inspiradas por la fuerza del amor.

Así que para dejar mas claro mi punto, aquí van algunos puntos importantes que el mundo debe ir considerando antes de juzgar a las madres que deciden suspender su vida laboral y pasar en casa:

1. Estas madres, son mujeres preparadas, tienen sueños, tienen emprendimientos, tienen metas y tienen vida mas allá de los hijos. Conozco muchas que crearon pequeños negocios estando en casa, aportan de mil maneras al hogar y sobre todo, jamás dejan de lado sus objetivos. Eventualmente incluso saben que quieren volver a trabajar.

2. Estas mujeres son valientes. Dejar tu independencia económica, dejar una carrera que te gusta o un a actividad que te gusta no es sencillo. Saber que tu presupuesto familiar se reduce y que probablemente vas a tener que hacer malabares para que rinda un solo salario a fin de mes no es fácil. Estas mujeres son las mejores administradoras.

3. Las madres que se quedan en casa no lo hacen porque son millonarias. Esto está bastante fuera de la realidad. No digo que debe haber alguna por ahí que no tiene ninguna preocupación económica, pero en general, las familias que toman esta decisión deben ajustar sus presupuestos y dejar a un lado muchas cosas para tener el lujo de que los niños estén con su madre. Porque es eso, un lujo.

4. No pienses que su vida está llena de aburrimiento constante y que no tienen un propósito. Estas madres que se quedan en casa no están viendo la novela todo el día, están estimulando a sus hijos, les están cocinando saludablemente, están tratando de tener el hogar presentable, están enfocadas en hacerlo bien. No tienen a sus hijos sentados jugando videojuegos mientras se hacen la manicura, están informándose, están en el parque, están cantando, están dibujando, están con sus hijos. ¿para eso dejaron el mundo laboral o no?


5. Las mujeres que se quedan en casa hoy en día no son las mamás o abuelitas que se quedaban en casa antes. Estas mamás si bien se encargan de los hijos y muchas veces de casi todo lo del hogar, no pasan en rulos a lo "Doña Florinda" ni en pijama. En su mayoría tienen hombres a su lado que las admira y apoyan en su decisión y las tareas del hogar son repartidas.

6. Es probable que quieran volver a trabajar. Mundo, no te preocupes, los cerebros de estas féminas volverán a la vida laboral cuando se sientan preparadas.

Esto pertenece al pasado
6. Si decidieron quedarse en casa porque así lo quisieron, seguramente fue una decisión tomada en pareja, bien pensada y no sacada de la manga, estas mujeres no dejan nada al azar, primero analizaron la posibilidad, vieron la factibilidad y si se podía pues lo hicieron, de lo contrario, te aseguro que estarían trabajando.

8. Las madres que se quedan en casa, no se han perdido ni un solo momento de los primeros años de vida de sus hijos. No les contaron cuando caminaron porque ellas estaban ahí, ni cuando dijeron su primera palabra, ni cuando se les cayó su primer diente. Estas madres no vieron videos, ellas hicieron los videos! Estas madres tienen la dicha de poder hacer la adaptación en el pre escolar con sus hijos tranquilamente, nunca se han perdido una actividad importante de sus pequeños y tienen el privilegio de despertar cada día con ellos y disfrutar sus risas mañaneras sin las prisa de irse al trabajo. ¿Puede haber algo más importante que todo esto?

9. Estas madres viven en países donde cuidar a un hijo es casi un sueldo, por eso muchas veces prefieren hacerlo ellas mismas.

10. Las mujeres que se quedan en casa corren todo el día igual que las que trabajan y terminan igual de cansadas. Nunca se desconectan, su tiempo y sus esfuerzos están dedicados en su mayoría a los niños, y eso puede ser agotador. No hay momentos de respiro.

11. Las madres que se quedan en casa, tienen miedos constantes y sombras que las acosan. No saben si lograrán reinsertarse rápidamente en un trabajo si en algún momento lo deciden, en las conversaciones con sus amigas que trabajan puede que se sientan “fuera de forma” y seguro que se preguntan si fue la mejor decisión hacerlo. Normalmente se responden que si, que no se arrepienten, pero mundo… basta con el acoso, suficiente con el que ellas mismas se auto-generan.

12. Las madres que se quedan en casa aveces tienen malos días, días en que no quisieran haber dejado esa vida que llevaban mas allá de los hijos, se sienten atrapadas en la rutina, sienten que todos los días se parecen y tienen que lidiar con sus propias frustraciones. Estas mamás al tener poco tiempo para desconectarse muchas veces viven en un constante estrés… así que mundo, no creas que la cosa es fácil, no están en el gimnasio todo el día ni durmiendo hasta tarde, ni que su vida es perfecta solo porque no le rinden cuentas a un jefe.


Y yo… admiro ambas decisiones. Admiro la decisión de no trabajar por cuidar a sus hijos y a su vez a las que siguen trabajando y han entregado cada minuto de su tiempo libre a sus pequeños porque saben que lo merecen y eso los llena de felicidad como familia.

Hace un mes he vuelto a trabajar, y me duele… me duele el cuerpo de dejar a mi niña tanto tiempo sola con otra persona, duele no estar, duele y es un cambio muy importante en la dinámica familiar, sobre todo para ella y para mi. Camila y yo estábamos muy acostumbradas a estar juntas a todas horas, pero la vida está llena de decisiones, y hoy decidí que quería volver a trabajar después de casi 4 años.


Me encontraba en un punto donde ya lo necesitaba, estoy contenta con lo que hago, porque si decidí hacerlo de nuevo sería en algo que me hiciera feliz, y hasta el momento es así.

Finalmente quiero enviar la mayor de las glorias y respeto a las madres que deciden un mundo u otro. Por el momento yo me encuentro en esa transición: he dejado de ser una mamá que está en casa a ser una mamá que también va al trabajo. Más adelante prometo escribir de esta experiencia.

Las abrazo a todas.