viernes, 26 de diciembre de 2014

Ya somos tres. Relación de pareja y puntos de tensión.


Cuando una pareja se plantea pasar de ser a dos a tres, lo hace con el amor que entre ellos se dedican y deseando desbordar ese amor a otro ser.
 
Algo esencial es que la pareja entienda la ma-paternidad como una opción libre, de un amor entregado, tanto hacia el compañero como hacia el niño/a que vendrá, ante el cual tendrán que asumir la mayor responsabilidad, ya que si bien nosotros hemos escogido ser padres, él o ella no ha escogido ser nuestro hijo. Tenemos que ganarnos su aceptación y amor!
 
Cuando pasamos de ser pareja a ser madres y padres, todos sabemos que “todo cambiará” en nuestras vidas. Pero muchas veces no tenemos claro, en qué cambia realmente y cómo cambia, no nos cuestionamos que también se afecta nuestra relación de pareja.
 
La manera de estar junta de la pareja se modifica, implicando una serie de cambios a nivel relacional, emocional, organizativo y sexual.
 
Durante el embarazo, las hormonas van ayudando a la mujer a enamorarse de ese bebé y a que su instinto de madre vaya aflorando, es decir, vamos aprehendiendo y aceptando que seremos madres, para que el paso de mujer – pareja a madre no sea tan difícil de sobrellevar.
 
Un hombre no pasa por esos cambios hormonales y esas experiencias emocionales tan fuertemente como la mujer ni durante el embarazo ni cuando se convierte en padre.
 
 
Para un hombre, entonces es necesario implicarse activamente, y desear hacerlo, en su rol de padre. De este modo, comenzará a buscar información sobre la gestación y la paternidad, de la mano de su compañera, y a rodearse de otros padres con quienes compartir sus dudas e inquietudes sobre el futuro que le espera. Esta actitud ayudará a que la brecha entre ma y paternidad se vaya estrechando y la relación de pareja se mantenga unida.
 
Para ello, también sería aconsejable que ambos miembros de la pareja, aprovecharan el tiempo de espera del bebé para, además de prepararse materialmente para el recibimiento del hij@, se informen sobre la implicancia de la paternidad y cómo podría influir la llegada del hijo en su relación. También para conversar sobre  temas sensibles a la nueva vida de la familia y de la crianza, como por ejemplo informarse cómo son los bebés reales, cuál es la visión que tiene cada uno, y como pareja, de la lactancia, el puerperio, el porteo, el colecho, los llantos, la vida sexual, los límites a la familia extensa, etc. Esto con el fin de prepararse y saber qué es lo que podría ocurrirles, para evitar malos entendidos o “sorpresas” a posteriori.
 
 
Algunos puntos de tensión en la pareja, que podrían volverse difíciles de tratar, si no tenían claro lo que podría ocurrir son el bebé real (vs el bebé soñado),el puerperio, el rol del padre y la vida sexual.
 
 
El bebé real.
 

 
 
Una vez que el embarazo termina, ambos padres contemplan a su hij@ en la realidad, donde los sueños y fantasías previas se confrontan con el bebé real  y poco a poco tendrán que elaborarlas para llegar a la aceptación total del hijo, necesaria para poder criarle con el amor y el respeto que necesita, para crecer sano física y emocionalmente.
 
Este punto, puede ser vivido de manera complicada por la pareja, y crear tensión entre ambos, cuando el bebé real no se parece al bebé soñado. Esto ocurrirá cuando los padres no estaban informados sobre cómo actúan los bebés y tenían la falsa idea de que su recién nacido estaría en el grupo de niños muy  tranquilos que comen y duermen y dejan tiempo a los padres para seguir con sus tareas cotidianas o cuando los padres pensaban que al incluir un bebé en sus vidas no necesitarían realizar grandes cambios en su rutina.
 

 
El puerperio.
 
“Vamos a considerar el puerperio como el período transitado entre el nacimiento del bebé y los dos primeros años, aunque emocionalmente haya una progresión evidente entre el caos de los primeros días, en medio de un llanto desesperado, y la capacidad de salir al mundo con un bebé a cuestas” (El puerperio - Laura Guttman)
 
 
En este período la madre entra en un universo totalmente enfocado a su hijo, acompañado de un torrente de cambios hormonales y un cambio de carácter, que hacen que esté más sensible a cualquier crítica o a otra mirada respecto a su hijo y a su maternidad. Además que esta etapa se acompaña de largas horas de lactancia materna (cuando se opta por ella) y noches sin dormir, además de la natural ansiedad por confirmar si está actuando como “una buena madre”.
 
Si el padre no es consciente de estos cambios podrá sentir que su compañera se centra demasiado en el bebé y olvida su rol de pareja.
 
 
 
El rol del padre.
 
El rol del padre ahora debería redoblar, o triplicar, su cuota de amor y comprensión hacia la madre que está viviendo un período de enamoramiento absoluto por su hijo. Muchos padres se vuelven inconscientemente celosos y no comprenden el hecho de haber pasado a otro plano en la vida de su compañera.
 

En este período el padre debería funcionar como un compañero interesado en ayudar en la díada madre – hijo en todos los aspectos cotidianos de la crianza. El bebé sólo necesita a su mamá para sobrevivir, al papá lo llamará más delante.

La mujer necesita que las cosas sigan funcionando más o menos adecuadamente en su hogar, para establecer un orden en su caos mental. Como ella no tiene tiempo (ni ganas) de dedicarse a otras cosas que no sean el hijo, el papá será el llamado ,al menos en un primer tiempo, a hacerse cargo del funcionamiento del hogar; orden, limpieza, comida, etc.

También tendrá el hermoso rol de ser sostén emocional para su pareja, depositario de sus preocupaciones e inseguridades. Para ello, es necesario que se muestre empático, seguro y empuje y apoye a su pareja en todas sus decisiones.

 
El Sexo.

“Sabemos que el cuerpo tarda en reacomodarse después del embarazo y el parto, pero suponemos que pronto todo volverá a ser como antes.  La mayor sorpresa irrumpe cuando el deseo sexual no aparece como estábamos acostumbradas. Nos sentimos culpables, sobre todo cuando el obstetra nos da el “permiso” para reanudar las relaciones sexuales” (Sexualidad y maternidad reciente – Laura Gutman)


Al convertirnos en madres, el deseo se va de vacaciones en la mayoría de las mujeres, de vacaciones sí, porque vuelve pero poco a poco y muy lentamente.

Nos sentimos culpables de no poder satisfacer el interés sexual de nuestra pareja. Sin embargo, nuestro cuerpo no responde, ya que la libido está totalmente desplazada hacia nuestros pechos, donde se está desarrollando una actividad sexual constante, a través de la lactancia.

También influye que estamos más cansadas y que nuestra necesidad de afecto ha cambiado.

Es una buena oportunidad para nosotras y ellos, como pareja, de comenzar a explorar el lado más femenino de la sexualidad; más sensual, donde no se necesita penetración, pero sí una enorme cantidad de miradas, roces, caricias, besos y abrazos. También para nosotras para darnos el espacio de conocer nuestra propia sexualidad. 

“Por eso es imprescindible que feminicemos la sexualidad, varones y mujeres, durante el período de la fusión emocional entre la madre y el niño, es decir alrededor de los dos primeros años. Esto nos permite gozar, y al mismo tiempo explorar capacidades de comunicación y afecto que en otras circunstancias no hubiéramos desarrollado. El sexo puede ser mucho más pleno, más tierno y completo si nos damos cuenta que llegó la hora de descubrir el universo femenino, la redondez de los cuerpos y la sensibilidad pura.” (Sexualidad y maternidad reciente – Laura Gutman)

  
 

Teniendo en cuenta todo lo anterior, podemos ver que la relación de pareja cambia porque los afectos se transforman y sobre todo se transforma la rutina y la organización de la vida. Se acabaron los días tranquilos en pareja, los planes anticipados, ver una película seguida, dormir del tirón, conversar solos, etc.

Con información, organización, voluntad y amor, podemos hacer que todos los puntos de tensión, normales ,que la llegada del nuevo miembro trae consigo, pasen de buena manera y que vayamos acomodando nuestra relación de pareja, dentro de la vida familiar.

Para ello, es recomendable, que una vez el bebé deje de ser tan demandante de la mamá y acepte quedarse a cargo de otras personas de confianza, los padres puedan retomar su espacio, en solitario, y salir de vez en cuando a distraerse; una escapada al cine, una salida a pasear tomados de la mano, una cena romántica, etc.

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