“El concepto de
violencia obstétrica engloba diversos tipos de maltrato que sufre una mujer
embarazada al ser juzgada, atemorizada, humillada, lastimada física y
emocionalmente, en las etapas relacionadas con su parto. En esa categoría también
se incluye el no respetar sus decisiones ni el ritmo natural de su proceso de
alumbramiento y del posparto. Es recurrente en los hospitales, ya sean públicos
o privados, y puede estar presente en todas las esferas de la sociedad”.
Cuando parí, estaba segura de haberlo hecho en un hospital
respetuoso y que mi parto había sido respetado, sin tener idea del término ni
de lo que es violencia obstétrica en aquel tiempo.
Lo creía porque antes del parto, me invitaron a visitar el
hospital y nos explicaron a un grupo de embarazadas cómo funcionaban y cómo era el
proceso, nos hablaron varios profesionales involucrados y nos mostraron las
instalaciones. Podía acceder el padre al parto (o quien yo quisiera) y estar conmigo en todo momento,
durante el tiempo que el bebé y yo estuviéramos en el hospital. Hablo de un
hospital público, pagado desde la seguridad social.
Nos hablaron de que uno podía decidir si quería o no
anestesia, parir de pie o acostada, etc. Siempre que todo saliera dentro de la
normalidad.
Bueno, mi parto comenzó el
11 de Marzo a las 23.00 donde sentí mi primera contracción, un dolor agudo
de riñones horrible que fue cediendo, sin embargo no del todo. Tenía un dolor
de riñones permanente que cada x tiempo se hacía agudo e insoportable, así
fueron mis contracciones (de riñones, le llaman) estuve así 36 horas y cada vez con más fuerza y frecuencia,
hasta que me aceptaron por fin en el hospital, a la tercera ida a urgencias, ya
que antes no había dilatado los 3mm necesarios.
Me ingresaron, siempre acompañada de mi compañero, y me
preguntaron que si quería anestesia, acepté feliz y encantada aunque mi plan de
parto era natural y de pie. Al ponerme anestesia no podría parir de pie, pero
lo acepté con tal de parar ese “sufrimiento”.
Me dijeron que me pondrían oxitocina artificial en poca
cantidad porque yo tenía problemas de dilatación, para ayudarlo. No me
preguntaron si quería, pero lo encontré sensato.
“Asimismo, la
utilización de oxitocina artificial para inducir el parto "debe reservarse
para indicaciones médicas específicas", y ninguna nación debería tener más
de 10 por ciento de inducciones. Sin embargo, una encuesta
realizada en el hospital público "Luis C. Lagomaggiore", de Mendoza, Argentina, reveló que de 30 mujeres consultadas, 29 habían recibido la oxitocina intravenosa como parte del cuidado hospitalario. A una de ellas se le suministró aun después de haberse negado”
realizada en el hospital público "Luis C. Lagomaggiore", de Mendoza, Argentina, reveló que de 30 mujeres consultadas, 29 habían recibido la oxitocina intravenosa como parte del cuidado hospitalario. A una de ellas se le suministró aun después de haberse negado”
Nos trataron bien en todo momento y nos explicaban siempre
todo, pidiendo mi consentimiento, etc. Debo decir, que me pusieron tan bien la
anestesia que yo no sentía dolor, pero sí las contracciones y el movimiento de
mi hijo… genial.
Nos dejaron dilatando y de tiempo en tiempo venían a mirar
si ya estaba bien para parir. ¡Así pasaron 10 horas más! 10 horas tranquilas con
mi marido y bien, esperando. Pero llegó un momento en que se presentó el equipo
y me dijeron que estaba tardando mucho y que me ayudarían a parir, porque tal
vez no estaba pujando bien, que podría hacerle mal al niño y no lo cuestioné,
me lo creí, pero me metieron prisa y hubo mucha gente mientras paría, gente
linda, simpática, que nos animaban y nos trataban bien, pero mucha gente al fin
(unas 12 personas)
El 13 de Marzo a las 21.00hrs, 46 horas después de mi primera contracción, Damián estaba sobre mi, había nacido con ayuda como en las películas, y sin intervención de instrumental ni
de episiotomía. Lo pusieron sobre mi
unos minutos largos, lo limpiaron sobre mi y luego nos separaron unos segundos
y unos metros (yo lo veía en todo momento) para pesarlo , me lo devolvieron y
me preguntaron si quería darle de mamar
y me dijeron como ayudar a engancharlo y que no me lo soltara más. Así nos conocimos mi pequeño y yo. Hasta ese
momento yo creía que mi parto había sido lindo, “respetado”.
Pero hubo algunas cosas que me quedaron dando vueltas, si
eran “normales” y que me hacen
preguntarme si fue realmente un parto respetado:
Que me metieran la oxcitocina sin mi consentimiento, “aunque
pienso que a veces hay que creer en el criterio médico”.
Que me metieran prisa a último momento, aunque ídem de lo
anterior. O es que tenían prisa y querían quedar libres de mi, yo era la única parturienta
ese día. Además coincidía con el cambio de turno.
Que entrara tanta gente. Me dijeron que querían entrar todos
porque era la única en la planta y querían conocer al bebé (los del turno que salía y los
que entraban), y si yo lo permitía, la verdad me daba lo mismo, porque en ese
momento yo estaba conectada sólo con Damián.
Y lo último un poco
más importante, es que me aplicaron la maniobra de Kristeller, que consiste en una presión del fondo uterino para la ayuda del
expulsivo la hace una persona con las manos empujando la pancita hacia abajo.
Me lo pintaron como necesario y me aseguraron que no dañaría a Damián, y
yo les creí. Después he leído que hay riesgos para el bebé y para la madre. De
hecho, me fisuraron una costilla y estuve con faja más de un mes. “En el Foro
Internacional del Parto (Roma, 2005) se estableció que era imposible
cuantificar el daño causado a las parturientas y a los recién nacidos por dicha
maniobra, ya que muchas veces no se registran por razones legales”.
Y aunque no ha sido
la brutalidad que he visto en algunos videos, he leído después que es una
maniobra que está contraindicada por la Sociedad Española de Ginecología y
Obstetricia, prohibida en países como el Reino Unido y que la OMS recomienda emplearla
con cautela porque no se ha reconocido su utilidad.
Es una maniobra que ya no está incluida en los planes de estudio y que
se trasmite oralmente entre los profesionales.
“De las numerosas
manifestaciones de la violencia obstétrica, la mayoría se basa en la
superioridad del discurso médico, que a decir de quienes han teorizado sobre el
tema, ha convertido un proceso natural que tiene lugar en el cuerpo de las
mujeres, en un acto médico. Así, la mujer en labor de parto se convierte
en receptora de los servicios del personal de salud, adoptando un papel pasivo en un evento que debería protagonizar”.
en receptora de los servicios del personal de salud, adoptando un papel pasivo en un evento que debería protagonizar”.
http://www.elpartoesnuestro.es/informacion/campanas/campana-stop-kristeller-cuestion-de-gravedad