Si bien se define burn out en el ámbito laboral, también se
ha aplicado a la crianza, referido al agotamiento que pueden llegar a sentir
las madres (o los padres, si es el caso) que se dedican exclusivamente a la crianza de sus hijos.
"Es una condición en la cual las exigencias del entorno
superan la capacidad de adaptación o respuesta de un individuo", señala
Inés Tondreau, psicóloga infanto-juvenil especialista en asesoría parental.
Todo el sistema de alerta está agotado y se presentan síntomas como apatía,
falta de energía, pérdida o aumento del apetito, pérdida o aumento del sueño y
sensación de agotamiento constante. "Se parece mucho a la depresión, pero
está relacionado con el rol como trabajadora en el hogar".
La psicóloga Violaine Guéritault, autora del libro “El
cansancio emocional y físico de las madres” (La fatigue émotionnelle et physique
des mères), explora el burnout materno
tras haberlo vivido y establece algunos de los generadores de estrés más
frecuentes:
“• El trabajo materno implica volver a hacer mil veces las mis más
tareas. Tiene que lavar y limpiar. Todo vuelve a estar sucio algunos minutos
más tarde, privando a la mujer de ese sentimiento de tarea hecha que da sentido
y energía al trabajo.
• Una madre vive numerosas situaciones sobre las que no tiene ningún control. Le gustaría ser capaz de proteger a su hijo de todo, pero a menudo se ve impotente. Y no sólo estamos hablando de accidentes o de percances que requieren hospitalización, sino también, en la vida cotidiana, de los cólicos del lactante, de los dolores de la dentición o de las picaduras de avispa, etc.
• Si hay algo que caracterice a los niños pequeños ese algo es la imprevisibilidad. Por mucho que la madre se planifique el día, lo más seguro es que sus previsiones acaben patas arriba. Justo en el momento en que sale para encontrarse con una amiga, cuando va a colocar al bebé en el cochecito, se da cuenta de que tiene que cambiarle los pañales. Aunque usted sea muy organizada, su pequeño acabará desestabilizándole el horario. No es nada raro que, al llegar la noche, algunas madres, sintiéndose abatidas, lleguen a pensar que «no he hecho nada en todo el día».
• Todo trabajo merece recompensa. No obstante, parecería que eso no se aplica al trabajo de madre. Se la idealiza y honra como es debido el Día de la Madre, pero en su vida diaria recibe muy poco reconocimiento por parte de los demás; para la gente, no hace más que cumplir con su deber.
• A todo ello hay que añadir que una madre no tiene derecho a cometer errores. Ella misma se pone el listón muy alto, y se desespera al comprobar la diferencia existente entre el modelo de lo que querría ser y lo que vive cada día.”
Agregaría también que las leyes laborales no ayudan a las madres
trabajadoras en la mayoría de los países, y la conciliación de la vida familiar
y laboral es una utopía.
Es muy difícil compaginar el trabajo de fuera con el de dentro de casa,
los niños se vuelven muy exigentes cuando mamá llega a casa y quiere pasar todo
el tiempo colgado de ella, con lo que hasta ir al baño también se vuelve una
odisea, con lo cual imagínense lo
difícil que se vuelve hacer cualquier tarea del hogar. Lo digo por experiencia,
con lo que mi pareja y yo hemos optado por realizar los trabajos de casa
después de que se duerme, en la noche, antes de su primer despertar (nuestro
niño es de alta demanda, muy intenso que necesita atención casi en todo
momento, también de noche con lo que sus despertares son múltiples cada noche y
donde sólo acepta ser atendido por su mamá – yo).
Así, entonces no es raro que las mamás, trabajadoras fuera de casa, o no, estemos agotadas
y muchas veces llegamos a un puntos en que sentimos que no
damos más, que vamos a morir del cansancio o explotar.
Para evitar cualquiera de ambas posibilidades, sobre todo la de explotar
ante y con nuestros niños, llegando a tratarles mal (gritos, sacudidas, malas
palabras, golpes etc.) o evitar las consecuencias físicas o emocionales del agotamiento extremo, lo mejor sería
estar atenta a cómo te sientes ante la maternidad y cómo actúas ante las
demandas y necesidades de tus hijos.
Violaine Guéritault dice en su libro, al hablar de ella
misma: «Estaba llenando la lavadora mientras oía el ruido de fondo que armaban
mis dos hijos al pelearse por enésima vez durante la mañana. De repente, se oyó
un tremendo “ seguido por los aullidos de mi hija. Y me quedé quieta, inmóvil,
creo que pensé en algo así como “del suelo no pasa”, o “si grita, es porque aún
está viva”. Entonces acaba de llenar la lavadora como una autómata. No sentía
nada. Había dejado de pensar como una madre». Era el detonante.
La única opción es darnos cuenta
nosotras mismas de cómo nos sentimos y tratar de abordar las posibilidades que tenemos antes
de que el detonante se active. Ser capaces de reconocer sin vergüenzas ni
culpas que estamos exhaustas y que necesitamos algún tipo de cambio y ayuda externa.
Porque la maternidad no es como en un trabajo, en el que si estamos estresados, mal que mal, tenemos la opción
de reducir jornada o solicitar un permiso no remunerado o renunciar. El
síndrome de agotamiento materno es más complicado de abordar justamente porque
no puede eliminarse la causa, no podemos (y no queremos) renunciar.
"La madre va necesitar un tiempo de reposo y, en algunos casos, hasta ayuda terapéutica y medicamentos. Igualmente, deberá, aprender a hacer pausas, tomar tiempo para ella y no acumular cansancio" (Núñez, en http://www.estampas.com/cuerpo-y-mente/140223/cuando-mama-no-da-mas)
Porque la mayoría de las madres, no queremos reconocer /nos que nuestro encantadores hijos, a veces no
sacan de quicio y que necesitamos un descanso, un tiempo para respirar.
Porque la mayoría de las madres, no siempre tenemos la información
necesaria en el momento indicado y terminamos haciendo cosas que van en contra de nuestras ideas, porque no sabemos cómo mejor
actuar en ese momento, y luego podemos sentirnos culpables y autoflagelarnos
por ello.
Porque la mayoría, creemos que podemos con todo y no somos capaces de
reconocer que no y que necesitamos ayuda para las cosas de la casa, al menos, de quién más debería ayudarnos, el compañero de vida, cuando
lo hay. No pedimos ayuda y muy pocos hombres la prestan sin que se las pidan.
Porque no existen instituciones, y si existen las madres no las conocemos, en que se encarguen de dar
apoyo psicológico, información y ayuda moral a las madres.
Todo lo anterior, porque se ha olvidado que la crianza mamífera se hace
en manada, en tribu y no sola contra la corriente. Por ello recordamos nuestro
post sobre la Importancia de una tribu (http://mamasalcien.blogspot.com.es/2014/12/por-que-me-critican-la-crianza-la.html)
“Demasiada ropa que lavar, demasiados suelos
que fregar, demasiados platos que cocinar y lavar. Todo ello puede llegar a
alterar la capacidad de amar de una madre.
De hecho, no es tanto la tarea en sí misma la que obstaculiza el amor como el sentimiento de injusticia. Una injusticia que rara vez se ve reconocida como tal. (…) En el hogar, muchas veces la mujer se ve obligada a reprimir ira: la relacionada con la frustración, con la injusticia, y a veces que le provoca la herida que le inflinge un marido inconsciente cuando no poco delicado.
Las mujeres que viven solas tienen tantas dificultades como demás. El rencor que se mantiene en secreto es lo que impide que florezca el amor, y no la falta de un hombre.
La sociedad espera que las mujeres sepan ejercer bien su papel, como si fuera algo innato (…) Bien es verdad que las mujeres secretan las hormonas del afecto y que llevan el biberón integrado en su cuerpo, pero en sus genes no hay nada inscrito acerca de cuál es la mejor marca de pañales, de las vacunas o de las relaciones con los profesores. Por no hablar de que tienen que ir adaptándose continuamente. Con los hijos nunca puede darse nada por ganado: los niños crecen y cambian. Y no hay dos hijos iguales.
(…) La madre agotada se ocupa de su hijo, pero sin afecto. Lo hace, y punto. Todas nosotras hemos pasado por esos momentos de completo agotamiento. Hacemos lo que toca que hacer: preparar la comida, vaciar la bañera, quitar la mesa y acostar a los niños, pero todo de un modo automático
(…)Y aunque no todas las madres caigan en la depresión, una inmensa mayoría —por no decir todas— pasan por una fase fugaz, recurrente o prolongada de agotamiento.
(…)
Emociones reprimidas, autodesvalorización, alejamiento emocional, distancia afectiva, impotencia, frustración... ¡El cóctel es explosivo! Cuando una madre «se rompe» y maltrata a su hijo, toda la sociedad tiene que asumir la responsabilidad de ello, y no ella sola”
De hecho, no es tanto la tarea en sí misma la que obstaculiza el amor como el sentimiento de injusticia. Una injusticia que rara vez se ve reconocida como tal. (…) En el hogar, muchas veces la mujer se ve obligada a reprimir ira: la relacionada con la frustración, con la injusticia, y a veces que le provoca la herida que le inflinge un marido inconsciente cuando no poco delicado.
Las mujeres que viven solas tienen tantas dificultades como demás. El rencor que se mantiene en secreto es lo que impide que florezca el amor, y no la falta de un hombre.
La sociedad espera que las mujeres sepan ejercer bien su papel, como si fuera algo innato (…) Bien es verdad que las mujeres secretan las hormonas del afecto y que llevan el biberón integrado en su cuerpo, pero en sus genes no hay nada inscrito acerca de cuál es la mejor marca de pañales, de las vacunas o de las relaciones con los profesores. Por no hablar de que tienen que ir adaptándose continuamente. Con los hijos nunca puede darse nada por ganado: los niños crecen y cambian. Y no hay dos hijos iguales.
(…) La madre agotada se ocupa de su hijo, pero sin afecto. Lo hace, y punto. Todas nosotras hemos pasado por esos momentos de completo agotamiento. Hacemos lo que toca que hacer: preparar la comida, vaciar la bañera, quitar la mesa y acostar a los niños, pero todo de un modo automático
(…)Y aunque no todas las madres caigan en la depresión, una inmensa mayoría —por no decir todas— pasan por una fase fugaz, recurrente o prolongada de agotamiento.
(…)
Emociones reprimidas, autodesvalorización, alejamiento emocional, distancia afectiva, impotencia, frustración... ¡El cóctel es explosivo! Cuando una madre «se rompe» y maltrata a su hijo, toda la sociedad tiene que asumir la responsabilidad de ello, y no ella sola”
Muchísimas gracias!!! Me llegó en el momento justo!!
ResponderEliminarNos alegramos mucho que te sirva!
ResponderEliminarLamentablemente todavía no encuentro algo que me ayude a. Calmar este agotamiento esta depresión continua este cansancio eterno . ya no soporto mi cuerpo se esta deteriorando al igual que mi mente .
Eliminarsi , me llego en el momento justo
ResponderEliminarexcelente articulo!
ResponderEliminarMuuuuchas gracias!!! Me ha conmovido verme reflejada y no sentirme culpable por ser a veces tan bruja...ahora comprendo todo...me faltaban las palabras para describir mi estado actual...ahora siento mas compasion por mi misma...agradecida de tal entrega para las madres que criamos al 100! 🙌💜👍
ResponderEliminarLa verdad me veo reflejada, y es cierto lo que pasa,y lo peor es sentir que soy mala por no poder disfrutar de mis hijos, por no ser esa dulce madre que todo mundo espera.
ResponderEliminarLa verdad me veo reflejada, y es cierto lo que pasa,y lo peor es sentir que soy mala por no poder disfrutar de mis hijos, por no ser esa dulce madre que todo mundo espera.
ResponderEliminarLa realidad convertida en palabras que poder leer y reconocer como estado propio. Que difícil es la crianza. Gracias por ese articulo
ResponderEliminarEn verdad Gracias a la autora de este artículo. En este momento mi matrimonio se encuentra en crisis y mi vida también... todos me juzgan y solo hablan de lo mal que me ha caído la maternidad que se ve reflejado en mi aumento de peso considerablemente, en mi nuevo mal carácter, en mi falta de arreglo personal, pero nadie jamás se ha preocupado por
ResponderEliminarpreguntarme si estoy agotada o si pueden ayudarme en algo... y la verdad es que me siento AGOTADA, con un esposo que no coopera en las tareas del hogar, con una hija hermosamente apegada a mi que no me permite ni bañarme sola, y sumándole mi vida profesional, días como hoy no encuentro el fin a esto, pero es reconfortante saber que no eres la única y que en algún momento todo pasará. Bendiciones a todas!!!
Y que hacer?? Sentimiento de culpa, cansancio que te impide avanzar, ser feliz y disfrutar del día a día....
ResponderEliminarGracias por estos post...tenemos pocos y algunas madres necesitamos muchos. A mi me duele ver que soy un robot automatizado con mi hijo, es lo que mas quiero en el mundo, pero no soy capaz de diafrutar de el. Estoy irritable, no tengo paciencia, no le doy los besos que debería...soy como una piedra emocional y no se cómo solucionarlo, solo busco soledad. Es una sensación tan horrorosa y frustrante, que te hace sentir mala madre.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue bueno que hoy en día se pueda hablar mas abiertamente de éste tema, que seguro para nuestras abuelas era tabú, como negar tu esencia de mujer, es importante reconocer que mas que lo que la sociedad idealiza de nosotras, es reconocer que somos seres humanos,con una constante lucha por eliminar la culpa,a veces imposible,pues nos hacemos responsables mentalmente de todo mal que puedan tener nuestros hijos, cuando muchas veces no es así, anhelamos nuestra lejana independencia, pero también estamos tan conectadas a ellos,que resulta difícil también aceptar que ya no somos uno solo.
ResponderEliminar