Ayer fue el día de la Mujer y me puse a pensar que el hecho de ser mujer
siempre estará asociado a la posibilidad de ser madre, queramos serlo o no. Por
algo los planes de salud tienen en cuenta que seas una mujer en edad fértil
para cobrarte más y las empresas para discriminarte.
Aunque no todas las mujeres sean madres, todas
las mujeres sanas estamos preparadas físicamente para ello, somos poderosas
porque cobijamos vida y la nutrimos y cuidamos con nuestro cuerpo hasta después
del nacimiento, también con la lactancia.
Contamos con hormonas femeninas
que nos ayudan a prepararnos
psicológicamente para el paso a ser madres y nos ayudan a enamoramos de nuestro
hij@ apenas lo vemos y lo tocamos!. Nos ayudan preparándonos para todos los
cambios que la maternidad conllevará y la mayoría de nosotras (espero),
recibimos a nuestros hij@s con alegría, criamos con amor y orgullo y dedicando
lo mejor de nosotras a nuestras crías.
Es lo natural.
Pero los hombres no pasan por ninguna
de estas experiencias ni por un “enamoramiento” natural hacia sus hijos, y
tienen que conocerlos y convivir con ellos para enamorarse, sin ayuda de
hormonas y del hecho de haberlos sentido como parte suya desde la concepción.
No tienen esa conexión mamá –
hijo que nosotras formamos desde el minuto uno, por lo que los padres necesitan involucrarse
activamente, y deseando hacerlo desde el primer momento, en su crianza. Desde
la concepción, deben ser parte activa en el trío madre-padre-hijo, y así
comenzar una relación con ell@s.
Tal vez ésta sea una de las
razones al hecho de que los padres, al menos en nuestra cultura occidental
industrializada, estén tan lejanos y ausentes en la crianza der sus hij@s.
Aunque esto está cambiando claramente, por lo que puedo ver a mi alrededor.
Otra razón radica en el hecho de
que tradicionalmente el papel del padre ha sido el de proveedor exclusivamente.
La madre se ocupa de la casa y los niños, independientemente de que también
trabaje remuneradamente, y el padre sale a trabajar y poco se ocupa de la casa
y los hijos.
Pero decía, eso está cambiando.
Veo constantemente a mi alrededor, padres más involucrados. En el parque, por
ejemplo, van padres solos con sus niñ@s o todos en familia, los padres juegan
con los niños, también con las niñas, se divierten juntos.
Los amigos, por lo que cuentan,
también están involucrados en las tareas de crianza; dan de comer a sus hij@s,
cambian pañales, les bañan, les visten, y/o se ocupan de tareas de la casa.
Pareciera que empieza a haber un reparto más igualitario de las tareas del
hogar y la crianza.
Esto es lo que “se ve” desde
fuera, pero “por dentro” doy fe de que los padres involucrados en la crianza (y
con apego) sí existen. Yo conozco uno, y no fue el mío, un padre muy
involucrado en la crianza de su hijo que desde su vida intrauterina comenzó a
crear lazos con él; le leía, le cantaba, le hablaba, le acariciaba y ahora
sigue igual…. Busca tiempo para estar con él y sé que su hijo sabe cuanto lo ama
y lo cuida. Yo siempre le digo que es el mejor padre que he conocido, y es
verdad.
S
e ha preocupado siempre de
apoyarme en la crianza, y cuando nuestro hijo era pequeño y sólo necesitaba a
mamá, se hacía cargo de la casa y nos acompañaba en todo momento, queriendo
pasar su tiempo con nosotros. Cuando nuestro cachorro ya lo dejó ser parte de
su vida más activamente, empezó a forjarse su propia relación independiente de
mi… y me he quedado maravillada con el amor y la dedicación que le trata,
aunque a veces necesita de mi ayuda para mantener la paciencia ( y yo la de él)
Sólo queda que nuestro niño le
deje hacerse cargo de él también por las noches. Pero aun así el padre puede
colaborar prestando ayuda física a la madre en todo lo que necesite por las
noches; llevando, trayendo cosas, prendiendo, apagando luces etc., prestando su
cuerpo como apoyo, por ejemplo cuando el bebé se sube sobre la mamá a mamar y
la madre necesita apoyo en su espalda, etc. Puede dedicarle a su pareja y su
hijos todo su amor, en esos duros momentos de frecuentes despertares cada noche
cuando el cansancio no es buen aliado, acariciándoles,
besándoles, cantándoles, etc. ¡Lo bien que se siente que alguien se ocupe de ti,
cuando tienes que atender a tu hijo y no puedes más del cansancio!
Aquí dejo unas palabras de esta
padre, que ha abierto su mente y ha decidido también criar con apego.
“¿Qué puedo decir sobre la
paternidad que no suene a tópico? ¿Qué la vida te cambia radicalmente, que es
lo más maravilloso que me ha pasado en la vida…? Yo puedo resumirlo con una
frase que me decía mi padre cuando era pequeño, y que nunca comprendí: “ cuando
seas padre, comerás dos huevos “. Cada uno, podrá interpretar esta oración como
quiera. Por mi parte, puedo decir que significa “ RESPONSABILIDAD “. Lo escribo
en mayúsculas, porque conlleva mucho más que una simple responsabilidad:
madurez, valor, amor, generosidad, comprensión. Todo esto y más, es lo que me
ha aportado mi hijo.
Mi hijo, … , mi pequeño
terremoto…
Si, obviamente mi vida y, por
supuesto, también la de mi compañera, amor y mamá de nuestro hijo, ha cambiado
completamente. Personalmente, creo que la paternidad es un proceso de aprendizaje que
estoy viviendo cada día.
Por eso, me alegro de haber sido
padre a los 38 años. No es lo mismo ser padre a esta edad que a los 18, hay que
afrontar un montón de cosas y ser autodidacta, ante la llegada de una personita
que necesita de ti, a pesar de que yo estaba seguro y decidido del paso tan
grande que iba a dar; aunque fuera un paso hacia el desconocimiento más
absoluto … No hay un manual de
instrucciones ni una guía a seguir…
Una nueva vida comienza en el
momento en que llegas a casa con tu pareja y tu hijo recién nacido... Aprendí
que yo ya no tenía importancia; mis necesidades pasaron a un segundo plano.
Paternidad… automáticamente
pienso en mis padres, en los esfuerzos que hicieron por cuidarme, por
protegerme, por alimentarme. En los temores que tenían cuando salía de casa
solo, o cuando me marchaba de vacaciones. Todos esos pensamientos me abrieron
los ojos de lo que significaba ser padre: sacrificio y dedicación al 100 por
100. Es un cambio muy duro y drástico en el que no hay vuelta atrás. No es un
regalo que, si no te gusta, se pueda devolver.
Y aquí sigo, paso a paso,
aprendiendo y queriendo cada día más a mi hijo. Aprendiendo a través de
su guía, y sorprendiéndome de lo rápido que transcurre el tiempo; de ser un
bebé a corretear por la casa sin darnos un segundo de respiro, de sus primeras
palabras indescifrables, de sus rabietas, de sus besos, de sus risas, de sus
penas, de sus lloros…En fin, exprimiendo al máximo el tiempo de estar con él,
mientras sea pequeño.
También me he vuelto observador
de otros padres, cuando van con sus
hijos, como los tratan, como les hablan, qué lenguaje utilizan con ellos. Y
muchas veces se me cae el alma a los pies; malas palabras, amenazas, violencia.
No entiendo, con lo poco cuesta tratarles con cariño y con respeto.
En mi caso, no seré un padre
perfecto, pero el amor y el respeto que siento por mi hijo, no lo tengo por
nadie. ¿Qué significa mi hijo para mí? Mi vida…” (Iván)
Padres involucrados y que criaran
con apego era impensable hace unos años, pocos. Si miro mi propia infancia y la
relación con mi padre, no voy a decir que estuvo ausente, pero no fue una
relación cercana. Mi padre jugaba poco conmigo porque “era niñita” y no sabía
cómo tratarme, según el mismo decía, pero sospecho que también porque no me
conocía ya que todo nuestro quehacer quedaba en manos de mi mamá.
Mi papá se ocupaba de prepararnos
el desayuno los fines de semana, y salíamos juntos de vez en cuando, siempre en
vacaciones, sí compartíamos tiempo juntos pero algo había que ese tiempo no fue
suficiente para compartir realmente.
Y para mí, la cosa era así. Todos
los papás de mis amigos compartían un patrón similar, estaban presentas pero
ausentes, no había un conocimiento o conexión emocional con ellos. Creo que era
porque su involucrarse en la crianza no pasaba de hacer acto de presencia y de
ocuparse de algunos regaños o castigos, cero guía, cero compañerismo.
Tampoco me criaron con apego, me
hacían sentir querida, pero en mi casa sí había castigos, gritos y
amenazas, casi siempre de parte de papá
Y antes, creo que los padres eran más ausentes, las
familias eran más grande y muchos niños a los que cuidar. Mi madre habla de su
padre como un señor extremadamente autoritario, nada involucrado en la crianza.
Con él los niños no podían abrir la boca en la mesa o tener “modales poco
adecuados”, bastaba una mirada para que temblaran...
Creo que el ser padre, también debiese
de comenzar con la crianza que le damos a nuestros niños, en la casa con la
familia de origen, debería ser el lugar
donde un hombre aprende a ser padre, al igual que las niñas aprendemos de los
juegos “de niñas” con los muñecos y carritos de paseo, lo que después vamos
reforzando cuando vemos a otras mujeres ser mamá.
Según Sergio Sinay en “Ser padres
es cosa de hombres” los hombres tiene que aprender a ser padres y re aprender y
reconvertirse en la propia experiencia de serlo, y en cada una de sus etapas,
dado que no cuentan con un bagaje anterior sobre lo que es la paternidad.
“Cuando somos pequeños los
varones no jugamos naturalmente con muñecas, no los alimentamos, no los
abrigamos, no le es hacemos una casita. Se supone que no son juegos de niños,
sino de nenas (…) Pero ¿Dónde y cómo
aprendemos los varones a ser padres?. (…)
Generalmente, a los hombres
adultos que ejercemos la paternidad, en cualquiera de sus etapas, al no haber
tenido de quien aprender, no tenemos como saber. De manera que la única y
maravillosa oportunidad que tenemos de aprender es en el ejercicio de la
paternidad, aprender con nuestros hijos (…)
Comienza en cualquiera de tus
edades y circunstancias o las edades y circunstancias de tu hijo, justamente
porque la paternidad no se juega solo una vez, porque no tiene fórmulas, porque
es un viaje de ida. Con cada hijo nace un padre (…) Nos convertimos en padres.
También re-aprendemos. También nos re-convertimos"
Creo, por eso, muy importante el
criar a nuestros hijos e hijas de manera igualitaria, sin roles ni juguetes
sexistas. Incentivando también a los niños a jugar a las muñecas, a la casita,
a preparar la comida y a barrer. Involucrarlos activamente en las tareas del
hogar, y no como una obligación sino por el placer de ver tu lugar limpio y
ordenado. Al principio todo es un juego y podemos regalarles todo tipo de
juguetes y no se van a sorprender; muñecas, muñecos, mochilas cargadoras de
muñecos, escobas, cocinitas, etc.
Lo van a tomar de manera natural
siempre y cuando en casa vean el ejemplo, un padre involucrado en la crianza y
en las tareas del hogar.
Para mi hijo es tan natural todo
esto, que tiene su propia muñeca, la “Pepi”, a la que él mismo ha intentado “darle
tetita”, tiene su escoba con la que “me ayuda” a barrer y me ayuda de verdad
cuando cocinamos, le encanta meter las manos en la masa y remover y mezclar.
Así en el futuro crearemos, porque
estamos criando en el presente, hombre -padres interesados e involucrados en la
crianza de sus hijos que a su vez, criarán con apego. M.R.
¿Cuál es el papel de
un papá involucrado en la crianza?
“Papá tiene un rol de protector en los primeros años de vida. Debe sostener y
apoyar a mamá, especialmente en los dos primeros años (el puerperio), para que
esta pueda dedicarse y entregarse al bebé, que tanto lo necesita tanto física
como emocionalmente.
Mamá recibirá muchas veces una especie de acción invasiva por parte del
entorno, especialmente si decide dedicarse a la lactancia exclusiva y a la
crianza respetuosa. Vecinos, amigos, familiares, desconocidos y hasta el mismo
pediatra se colocan muchas veces en una posición de juicio y ataque. Condenando
y tratando se sabotear las acciones instintivas, como por ejemplo la lactancia
prolongada.
(...) Me gusta llamar a Papá el “Bastión emocional”(…)
Papá también deberá ayudar con los deberes del hogar en el
puerperio, ¿Y por qué no? Después también.
Atenderá y dedicará tiempo exclusivo al niño, dando ratos de descanso a mamá.
Esto último es importante para crear vínculo.
(...)
Un padre que cría con apego es “un hombre normal, que quizás
disfrute del fútbol, del béisbol, de coleccionar cosas o de la buena música. Lo
que nos diferencia de un hombre que no cría con apego, es que vemos la crianza
y educación de los hijos como un asunto de pareja. No delegamos todo a mamá. Si
trabajamos fuera de casa, al llegar nos dedicamos a nuestros hijos. Jugamos con
ellos, les atendemos y les escuchamos con atención (…)
Tenemos derecho a tener malos días y malos ratos. Pero aprendemos a resolver
los conflictos de forma amorosa, a través del dialogo y la empatía. Pues
justamente esa es la forma en que queremos que nuestros hijos resuelvan los
asuntos en sus respectivas vidas.
(…) Un papá que cría con apego está muy lejos de ser una figura autoritaria,
que dicta órdenes para que se obedezcan sin cuestionarlas. Por lo que construye
una sana autoestima en sus hijos.
(…) Como bien he dicho, una crianza respetuosa es la base sobre la que se
construye el autoestima y se establecen los valores de vida y los mecanismos
emocionales con que enfrentaremos la misma. Por lo tanto los beneficios ni
siquiera tienen que describirse. Pues son la empatía, el amor propio, los
buenos patrones de comunicación, y hasta la salud.
(…) Estoy totalmente convencido de que no se puede establecer una sociedad sana
con los viejos patrones del autoritarismo. La única forma que hay de construir
un mundo nuevo es establecer sus cimientos en el amor, el respeto y la
tolerancia. Y esto solo lo lograrán un nacimiento humanizado, una crianza con
apego y respeto y una nueva educación basada en la empatía, el amor y la
conexión con nosotros mismos y nuestra verdadera esencia”
http://felicescriando.blogspot.com.es/2014/12/la-paternidad-con-apego.html?spref=tw
Si eres un padre interesado en
una paternidad activa te interesará seguir el siguiente link el Programa de ”Chile
Crece Contigo”.
También te invitamos a leer la Guía para la
paternidad activa.
Y para terminar… un chistecito
muy real sobre la paternidad: