No te vayas mamá, no te alejes de
mí, adiós mamá,
pensaré mucho en ti, no te olvides
mamá, que aquí tienes tu hogar, sino
vuelves pronto iré, a buscarte donde
estés, no me importa donde vayas, te
encontraré.
mí, adiós mamá,
pensaré mucho en ti, no te olvides
mamá, que aquí tienes tu hogar, sino
vuelves pronto iré, a buscarte donde
estés, no me importa donde vayas, te
encontraré.
Este es el estribillo de la canción de “Marco”, la serie,
basada en el cuento “De los Apeninos a Los Andes” que sale en libro “Corazón”
de Edmundo de Amicis (1886)
Creo que a mayoría conocemos la historia de este niño de
trece años, que va desde Italia hasta Argentina en busca de su madre, que había
emigrado a aquel país sudamericano dos años antes en busca de un mejor pasar
económico para la familia.
Pienso que Marco y su madre habían establecido una relación
de apego tal, que ni el tiempo ni un océano entre ellos ni su corta edad le
impiden ir en su búsqueda.
¿Estaba Marco enmadrado?
Un niño que ha establecido un apego seguro con su mamá (o
con la figura principal de cuidados) va
a reclamar con todo lo que su edad, y sus herramientas, le permitan. Los más pequeñitos lloran, los
mayores gritan, patalean (y cantan).
¿Por qué el niño reacciona así? Porque se siente incómodo,
se siente mal, siente que le falta la parte de su vida que lo protege y lo
cuida. Es la reacción normal de un niño seguro.
Desde el punto de vista emocional, el apego seguro surge
cuando no se duda de que la otra persona estará ahí incondicionalmente, lo que
facilita que aparezcan la empatía, la comunicación emocional y el amor entre
estas dos personas.
Desde el punto de vista cognitivo, la propia existencia de
una relación de apego, conlleva a la construcción de un modelo mental de dicha
relación, generalmente madre – niño, es lo que se imagina y sabe el niño sobre
su madre y la relación que tiene con ella, y viceversa.
Las conductas de apego comienzan en el mismo momento del
nacimiento, son instintivas tanto para la madre como para el bebé . El niño
llora porque en sus genes viene escrito que para asegurar su supervivencia
tiene que llorar, así mamá lo cuidará, lo mimará, le prestará toda su atención
y, sobre todo, lo protegerá de los posibles depredadores (no sabe que en su
casa no hay depredadores).
Cuando mamá satisface constantemente su necesidades de brazos, de mimos y de
besos, el niño poco a poco, va adquiriendo seguridad porque sabe que puede
confiar en su mamá y juntos irán estableciendo esta relación de apego.
La mamá reacciona también instintivamente protegiendo a sus
hijos, porque está en sus genes de protección. Recordemos que no hacer caso a
las llamadas de los hijos es una pauta social aprendida, y tan aprendida a
veces que se confunde con “lo correcto”.
Si la madre sigue su instinto y responde a cada una de las
llamadas de su hijo (y si ella no puede se preocupa de dejar a alguien que esté
dispuesto a hacerlo tal como ella lo haría), el niño sabe que su mamá lo cuida
y lo protege por sobre todas las cosas. El niño crece en confianza, aprende a
confiar en su entorno y por ende, en sí mismo.
Hasta los tres años los niños necesitan a mamá por montones y mientras más segura es la relación que sienten
con la madre, más conductas de protesta presentan cuando ella se va y más
conductas de compensación cuando ella vuelve (quieren pasar todo el rato encima
de ella), lo que algunas personas malinterpretan diciendo que el niño está
mimado, enmadrado, malcriado, etc. No, este niño está creciendo sanamente.
A partir de esa edad, entre los 3 y los 5 años, el niño podrá
comenzar a separarse de su mamá sin reclamar demasiado, porque tiene la
seguridad de que ella sí va a volver y le compensará la atención no recibida
antes. Aquí es al revés, mientras más seguro el apego del niño con su madre,
menos reclamos tendrá.
El término angustia de separación y la teoría del apego,
fueron acuñadas por el psiquiatra infantil Bowlby (1969). Este autor consideraba
que la necesidad de vinculación del bebé con su madre es una necesidad
primaria, tal como hemos venido diciendo.
Muy relacionado con el apego, vienen momentos, en que por
los procesos madurativos del niño, puede sentir “angustia de separación”, se
trata de un proceso psicológico que se da a partir de que los niños empiezan a
gatear y en otros momentos en el que el bebé o el niño ve peligrar la relación
con la figura de apego.
Se manifiesta en que los niños se tornan más sensibles a la
presencia de extraños; le rechazan, les lloran, y se vuelven más demandantes de
mamá. Esto ocurre suele ocurrir cuando van incorporando nuevas habilidades motrices
que le permiten alejarse de su madre por lo que comienza a concebirla (o a su figura
de apego) como una persona separada de él. Se manifiesta intermitentemente
hasta los 3 años aproximadamente.
A los 7 – 9 meses, cuando comienzan a gatear, el bebé se “da
cuenta” que mamá puede irse y no volver.
A los 12 meses, cuando comienzan a caminar.
A los 16-18
meses, con el inicio del periodo de auto afirmación. Se manifiesta a partir de
la inseguridad que les produce el hecho de que la madre comience a corregir sus
frecuentes berrinches y enfados.
La angustia de separación también puede presentarse en momentos puntuales como cuando la madre debe reincorporarse al trabajo, la llegada de un hermano, entrada al colegio, llegada de visitas a casa, o cualquier ocasión en que la madre está menos accesible.
Para ayudar
a tu hijo a pasar estos momentos angustiantes de su vida, sin dañar el vínculo
de apego establecido y manteniendo la seguridad en ti y en sí mismo, lo mejor
es que estés sensible y atenta a sus necesidades y solicitudes, reaccionando
rápido y coherentemente a sus demandas y manteniendo un contacto físico
frecuente (besos, abrazos, porteo, etc.). En los momentos que no te sea posible
estar con él (pero que estás en casa), puedes seguir manteniendo contacto a
través de tu voz, hablándole, cantándole e intentando mantener contacto visual.
Si el niño es mayor, puedes invitarle a ayudarte en lo que pueda para estar más
cerca de ti, mientras realizas otras actividades.
“También hay algunos juegos que pueden
ayudar a superar esta etapa:
CU CU: escondiendo tu cara con tus manos o con un pañuelo y aparecer.
NO ESTOY: El niño en su desarrollo alcanza la madurez necesaria para creer que si se tapa los ojos no lo podrán ver. Es importante que le sigas el juego y muy extrañada le preguntes "dónde está xxx?" y te sorprendas cuando aparezca.
Este juego ayuda al niño a superar la etapa de separación de mamá sin pánico, al ver desaparecer y aparecer la cara de mamá, especialmente adecuado para niños muy apegados a su figura materna.
Estas series de "escondidas" favorecen una progresiva separación entre el pequeño y la madre evitando el pánico por el cual pasan muchos niños.
¿DÓNDE ESTÁS? Cuando estás en casa puedes jugar a esconderte detrás de la puerta o de muebles mientras el niño te ve, luego le llamas para que acuda a buscarte. Este juego le dará confianza suficiente para afrontar tus partidas. Poco a poco será él el que se esconderá y tú tendrás que buscarle.
Siempre que te escondas, tu hijo tiene que ver dónde te has ocultado. Debes observar la reacción de tu hijo en cada uno de los juegos, ya que es importante que no se asuste; si ves que esto sucede, no te escondas, haz aparecer o desaparecer un títere, muñeco. Dale tiempo para que coja confianza”
CU CU: escondiendo tu cara con tus manos o con un pañuelo y aparecer.
NO ESTOY: El niño en su desarrollo alcanza la madurez necesaria para creer que si se tapa los ojos no lo podrán ver. Es importante que le sigas el juego y muy extrañada le preguntes "dónde está xxx?" y te sorprendas cuando aparezca.
Este juego ayuda al niño a superar la etapa de separación de mamá sin pánico, al ver desaparecer y aparecer la cara de mamá, especialmente adecuado para niños muy apegados a su figura materna.
Estas series de "escondidas" favorecen una progresiva separación entre el pequeño y la madre evitando el pánico por el cual pasan muchos niños.
¿DÓNDE ESTÁS? Cuando estás en casa puedes jugar a esconderte detrás de la puerta o de muebles mientras el niño te ve, luego le llamas para que acuda a buscarte. Este juego le dará confianza suficiente para afrontar tus partidas. Poco a poco será él el que se esconderá y tú tendrás que buscarle.
Siempre que te escondas, tu hijo tiene que ver dónde te has ocultado. Debes observar la reacción de tu hijo en cada uno de los juegos, ya que es importante que no se asuste; si ves que esto sucede, no te escondas, haz aparecer o desaparecer un títere, muñeco. Dale tiempo para que coja confianza”
En nuestros casos , como madres niños de alta demanda, nunca hemos
vivido las etapas de angustia de separación, y si las hemos pasado no nos hemos
dado cuenta. Esto no porque nuestros niños no muestren interés en estar con nosotras, o no
lloren o no rabeen cuando nos vamos. Al revés, han sido tan
demandantes de mamá, que no hemos logrado identificar (si la ha habido) un cambio
de intensidad en sus demandas.
¿Cómo hemos actuado? Cambiando el chip
y aceptando que nuestros hijos nos necesitan más que ninguna otra cosa o persona,
adaptando nuestras vidas y nuestras rutinas y a dándole cabida a sus necesidades,
solventándolas al momento y dándoles toda la mamá del mundo.
¿El resultado? En mi caso, un niño feliz que a sus 21 meses es mucho menos
demandante, muy seguros de sí mismo, que se queda contento con su abuela
mientras trabajo, muy sociable y muy pero muy simpático. No me queda ninguna duda que con nuestra manera de
tratarle, hemos hecho de él un niño seguro y feliz.
El mejor consejo que te podemos dar, para fomentar el apego, para hacer
frente a las crisis de angustia de separación o a las demandas naturales de
nuestros niños (unos más otros menos) es estar ahí para ellos, darles todo el
tiempo, brazos y mimos que pidan, y los que no te pidan también. Responder a
sus necesidades lo antes posible, y hacerlos los primeros en tu lista de
prioridades, todo lo demás puede esperar.
Para saber más sobre el Apego, te
recomendamos el artículo “Apego,
emoción y regulación emocional. Implicaciones para la salud”
Y puedes descargar de Carlos González, el siguiente artículo sobre Angustia de separación
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