martes, 13 de enero de 2015

Guardería, ser o no ser.



“Hasta los tres años los niños necesitan a mamá por montones y mientras más segura es la relación que sienten con la madre, más conductas de protesta presentan cuando ella se va y más conductas de compensación cuando ella vuelve (quieren pasar todo el rato encima de ella), lo que algunas personas malinterpretan diciendo que el niño está mimado, enmadrado, malcriado, etc. No, este niño está creciendo sanamente.”

Mamás al 100


 

Desde nuestro punto de vista la respuesta al dilema “Guardería, ser o no ser” sería claramente NO SER, y optar por otras alternativas de guarda para nuestro hij@ pequeñ@, donde la primera y principal sería mamá (o figura de apego).

 

¿Por qué? Porque como decíamos en un post anterior el niño hasta los 3 (mínimo) no está psicológicamente preparado para soportar largas horas de separación de su cuidador principal, hasta obtener un apego seguro y haber pasado exitosamente por las etapas de “angustia de separación” (proceso psicológico que se da a partir de que los niños empiezan a gatear, en momentos en el que el bebé o niño ve peligrar la relación con la figura de apego, lo que puede provocarle inseguridades, ya que se da cuenta que mamá puede ir y no volver).

 

“En los menores de tres años, cuanto mejor es la relación con la madre, más se altera la conducta del niño tras la separación. Los niños maltratados o ignorados en su casa, apenas lloran cuando los  separan de sus familias. Pero eso no significa que toleren mejor la pérdida, sino que ya no tenían casi nada que perder. No muestran la respuesta normal de un niño sano de su edad.

 

En cambio, entre los niños de cinco a ocho años, aquellos que han tenido una más sólida relación con la madre, los que recibieron más mimos y pasaban más tiempo en brazos, son los que mejor soportan la separación. El estrecho contacto de los primeros años les ha dado la fuerza necesaria para soportar la separación” (Carlos González citando a Bowlby)

 


 
No es raro que las madres que trabajábamos, antes de serlo, tengamos que retomar nuestras actividades laborales tempranamente, ya que en la mayoría de los países el permiso maternal es extremadamente corto, tres, seis meses, y en países más adelantados en interés por el bienestar de sus ciudadanos puede llegar a dos años. Claramente la inversión a futuro, creando personas seguras y felices no es rentable (además, me imagino, que llegar a criar muchos ciudadanos seguros, estables emocionalmente e inteligentes  puede resultar peligroso).

En Alemania, donde solo el 6% de los niños menores de 3 años acude a guarderías infantiles y en Suecia las madres tienen un año y medio de permiso por maternidad, mientras las madres en España disfrutamos de apenas 4 meses para atender a nuestros hijos 


Rosa Jové da una idea al gobierno español por ejemplo, para conciliar la vida de madre y mujer trabajadora  La conciliación de la vida laboral y familiar es una ley que tiene un nombre muy largo pero muy poco contenido. En los países escandinavos hay dos años de baja maternal. Aquí dicen que no hay dinero para eso y se ponen a construir más guarderías. La guardería es un mal menor, atenta contra la salud de los niños, porque muchos se ponen enfermos y, si se quedaran en casa, eso no pasaría tanto. Pero, claro, muchas madres quieren(o necesitan) ir a trabajar. ¿Cómo lo arreglamos? El otro día calculé cuánto cuesta una plaza de guardería por niño al mes. Hay que contar el personal, los materiales, la luz, la calefacción, etc, pero también el edificio. Cada plaza sale por una media de 2000 euros al mes. Creo que el Estado debería darles a las madres un cheque de 1500.-€ al mes por cada niño y que cada madre pudiera decidir si se lo gasta en la guardería, en una canguro (niñera) o si le compensa dejar de trabajar para cuidarlo ella. Eso sí, todas las guarderías deberían tener una “tarifa plana” de 1500 euros. Así se gastaría lo mismo que se está gastando ahora pero las madres tendrían más opciones”
 


 

Pero hasta que la realidad no sea otra, no nos queda más que volver al trabajo llegado el momento (para algunas antes y para otras después) y de buscar un cuidador para nuestro bebé.

Recomendaríamos que si la familia se puede “dar el lujo” de apretarse el cinturón un tiempo para que la mamá (o el papá, quien sea la figura de apego principal que suele ser la mamá y si da tetita con mayor razón) no trabaje durante los primeros 2 o 3 años de vida del niño, lo haga. O si no puede dejar el trabajo por completo, pero se puede permitir disminuir jornada, que no lo piense más.

Este último es nuestro caso, yo no podía dejar de trabajar por razones económicas, pero apretándonos podemos vivir con la mitad de mi sueldo, así que dicho y hecho. Los primeros 15 meses trabajé media jornada (4 horas diarias de trabajo, 5 de separación efectiva con mi bebé, incluidos los trayectos)

De todas maneras, cuando mamá retoma el trabajo total o parcialmente, habrá que dejar con alguien al bebé. Ojalá fuera siempre posible dejarlo con un pariente cercano que ya lo conozca y lo quiera, como unos abuel@s, ti@s, etc.

Muchas familias pudiendo, prefieren prescindir de esta opción porque les da vergüenza “molestar” o “abusar”. Sin embargo, es probable que haya algún pariente, sobre todo abuel@s que estén dispuestos y felices de hacerlo. Así tienen más tiempo para ocupar en una tarea feliz que les alegre el alma y el día.

Entonces, para no “abusar” de la buena voluntad de los abuel@s, se puede llegar a un acuerdo con ellos y ofrecerle alguna ayuda a cambio, sea económica (lo mismo que pagarías a la guarde por ejemplo) o en servicios para ellos, como cortar el césped los fines de semana, ayudar en tareas de bricolaje, etc. cualquier tarea que les resulte complicada de realizar y que les evite un gasto económico.

 
Para quienes los familiares, abuelos, tíos, no son una opción ya que por lejanía no es posible, porque están muy ocupados, porque no quieren, o porque no les parece que la educación y cuidado que le van a dar al niño no es lo que quisieran para él/ella, la tercera opción sería una niñera que se encargue del cuidado del bebé de manera exclusiva.

Claro que ésta es una posibilidad para bolsillos más holgados a quienes les compense depositar una gran parte de su sueldo la cuenta de la persona que cuidará al niño y aun así le quede un remanente importante en las arcas de la familia. Si no es así, no tendría sentido ya que  para ello uno de los padre se dedicaría al cuidado de su hijo, ¿no?

Solemos decir y pensar que nuestros hij@s son nuestro tesoro y lo mejor que nos ha pasado en la vida (lo que pensamos nosotras, al menos). Entonces lo lógico es querer asegurarnos que quien los va a cuidar sea la persona más adecuada para ello.  Si no puedo ser yo misma, mi marido, mis padres o hermanos, me aseguraré de tener las mejores referencias de la niñera o niñero, que sea alguien bien recomendado, mejor si es alguien a quien conozca de antes y que mi bebé conozca y que necesite trabajar.

Lo ideal sería también invertir en el sueldo del cuidador desde un mes o dos antes de la separación para que madre y niñer@ cuiden junt@s al niño, así se establece una rutina concertada y el bebé ve que existe confianza con esa persona, que no es completamente un extraño y que se quedará con alguien a quien mamá concoce.

 

Y como cuarta y última opción, dejamos el tema inicial de este post: la guardería.

 
 


 

Las guarderías, en la actualidad, están pensadas como un negocio más que para prestar una solución efectiva a las necesidades de cuidado de un bebé.

En España la ley permite que una sola cuidadora se haga cargo de 8 bebés (menores de un año), con lo que el tiempo real se le pasa entre dándoles de comer y cambiándole los pañales.

¿Qué atención personalizada a las necesidades de cada uno de los bebés que atiende puede dar? ¿Qué programa de estimulación real se puede aplicar en este panorama? Mucha gente cree que las guarderías son mejores que los cuidados en casa, porque estimulan a los bebés. Dudo que sean más estimulantes cognitivamente que lo que en casa la familia pueda realizar en su vida cotidiana.

Para Carlos González Es antinatural que los niños vayan a la guardería y sus padres les vean solo dos o tres horas al día … Las madres se separan de sus hijos demasiado pronto, cuando aún no están preparados, y luego esos niños que no han visto atendidas sus necesidades afectivas no se van de casa hasta los 35 años”.


 

Y para el segundo y tercer año la cantidad de niños permitidos en el aula aumenta a 15 y 22 por cuidadora, si no me equivoco. Mucha gente cree que la guardería es buena porque los niños aprenden a socializar. Con esta cantidad de niños, ¿es realmente posible que la cuidadora esté ocupada de lo que socializa y cómo socializa cada niño? Lo más probable es que juegue y se pegue igual que lo haría en el parque con otros niños. Caerse y pegarse con otros es más frecuente que ocurra estando en la guardería que estando en el parque, ya que en este último suele haber una mamá por cada 1,2 o 3 niños, no para 15 ni 22.

Además, los niños no juegan realmente de manera social hasta los 3 años, hasta aquí pueden jugar en grupos pero cada uno a lo suyo. Entonces si es lo que queremos propiciar es el contacto de un niño pequeño con otros niños de su edad, es suficiente con un par de horas al día en el parque.


Sí que hay guarderías que pueden tener hasta una cuidadora por cuatro niños, donde el cuidado debería ser más personalizado a las necesidades de cada uno, pero esas son privadas y te cuestan casi tu sueldo (si hablamos de un sueldo medio) con lo cual no estarías ganando nada económicamente al dejar a tu hijo ahí y estarías perdiendo la posibilidad de compartir tu vida diaria con él.

Aun así, si no te queda otra opción que mandar a tu hijo a la guardería, porque no te puedes permitir dejar de trabajar ni reducir jornada ni de pagar una niñera particular y no tienes familia o amigos disponibles, aquí te dejamos algunos puntos a tener en cuenta a la hora de elegir la guardería apropiada, ojalá fueran todas posibles, según la experiencia de un grupo de mamás que criamos con apego:


 

Cuando la visites, que te muestren todas las instalaciones que poseen, donde juegan, comen, duermen, donde les preparan la comida, los baños, etc. Has varias visitas en distintos horarios para ver su funcionamiento en diferentes horas del día.

Que te permitan visitar las aulas “en activo” par ver el trato que dan a los niños, fíjate en las caritas de ellos, a ver qué trasmiten.

Que los cuidadores te trasmitan tranquilidad y confianza, “feeling”.

Permitan que el período de adaptación sea contigo presente, poco a poco, para que el bebé vea que tú también estás estableciendo un vínculo con la profesora y los compañeros, antes de dejarlo ahí sin ti.

Que permitan las puertas abiertas, es decir, que te permitan entrar hasta el aula a dejarlo cada día acomodado en la actividad con los otros niños y no a la entrada solamente. Y que te dejen quedarte un ratos si lo deseas .

Que tengan flexibilidad en el horario de entrada y salida de cada día: ir a dejarlo a la hora que tú decidas e ir a buscarlo a la hora que tú decidas.

Permitan que le lleves leche materna, si es que lo estás lactando.

Que sean capaces de brindar brazos y contención a cada niño cuando lo reclame, incluso para dormir si lo necesitan.

Que sean claros en explicarte los métodos que tiene para darles de comer (no forzar), hacerles dormir (horario personalizado y método individual), jugar (respeto por los niños que no quieren participar en actividades), paso al uso de pañal (respetuoso) etc.

Pregunta sobre el procedimiento en caso de enfermedad del niño.  Si tienen atención médica en el lugar en caso de accidente.


 



Para Carlos González, como para la mayoría de los profesionales de la crianza con apego, la guardería debería ser el último recurso a utilizar, como guarda para tu hij@, pero si es inevitable, te recomienda tener en cuenta la necesidad de compensación de tu hijo y seguir tu instinto , a través del caso de Ramón y su mamá Susana: 

 

“La guardería es una separación relativamente corta que se puede compensar. Ramón le está explicando a su madre cómo compensar la separación, cómo sanar la herida: le pide que pase con él toda la tarde, que acuda por la noche cuando él la llama (sospechamos que preferiría directamente dormir con ella), que le lleve cuando vaya a comprar, que le dé muchos brazos y muchos mimos. Susana podría darle todo esto y sentirse mejor al hacerlo, y sanar también la herida que ella misma sufre con la separación. Pero la maestra (teóricamente una experta en educación infantil) tampoco sabe reconocer los efectos de la separación en un niño de esta

edad, y se ha reído del sufrimiento del niño. Susana ha tomado, trágicamente, el camino opuesto: en vez de admitir que su hijo sufre de verdad, en vez de apretarlo contra su corazón

y sentir rabia contra el sistema económico que la obliga a buscar trabajo con un niño tan pequeño, está intentando convencerse a sí misma de que el sufrimiento de su hijo es

teatro y sus lágrimas son de cocodrilo. Susana siente ahora rabia contra su propio hijo, le acusa de practicar el chantaje emocional”
 

 

 

 

En nuestro caso, cuando Damián tenía casi 6 meses tuve que incorporarme a mi trabajo, con el dolor de mi corazón por no tener más baja maternal ni vacaciones que agregar. En aquella época (y aún hoy) mi hijo dormía muy mal y para dormirse necesitaba relajarse con la succión del pecho (chupete ni pensar) y despertando muchísimo. Me preocupaba de sobre manera este tema, ya que sin mí no podría dormirse sin caer rendido por el llanto, cosa que no quería que ocurriera. Aunque la gente me decía que no me preocupara y que confiara en que podría adaptarse rápido, realmente era lo que yo deseaba porque “no nos quedaba otra”

Nuestra opción tuvo que ser guardería pública por que no contábamos con presupuesto para otra cosa, ni con familia ni amigos “de quienes tirar”. Así que el pobre estuvo destinado a  compartir los cuidados de su profesora con 7 bebés más y dormirse la siesta de la mañana de la mejor manera que la profesora pudiera ayudarle.  Lo que sí, tuve la posibilidad de reducir jornada a la mitad y así “saltarme” una de las siestas que hacía a su edad (una en la mañana y otra en la tarde) para que la hiciera conmigo.

Al inicio conocimos el lugar, nos gustó, la profesora parecía simpática y cariñosa, nos aseguró que no lo dejaría llorar desconsoladamente y buscaría alternativas para dormirlo (menos brazos, dada la cantidad de niños que tenía que atender) en la siesta de la mañana. Así se pasó el primer año de guardería y fueron los primeros 5 meses que me duelen aun porque sé que no lo pasó bien durante esas siestas, aunque quiero creer lo que la profesora decía que le ayudaba a dormir y que apenas lloriqueaba y que después de un mes ya no lloró más. Afortunadamente  con 11 meses dejó de dormir en la mañana y me esperaba a que yo llegara a buscarlo y se dormía conmigo en el camino a casa.

Este año ya hemos prescindido de la guardería, para regocijo de mi alma.  Mi mamá ha podido venirse de Chile a cuidar a su nieto, el tiempo que sea necesario, y nosotros le ayudamos a sostenerse económicamente dándole el importe que pagábamos el año pasado a la guardería. Un acuerdo en el que salimos todo ganando. Sé que con ella está contento, bien cuidado y muy feliz.

Para socializar y jugar con otros niños va al parque cada mañana un par de horas y cada tarde conmigo también, es su espacio para estar con otros de su edad. Sé que come bien en casa en un ambiente grato, la cantidad que quiera y se duerme la siesta sin llorar porque mi mamá ha encontrado el modo de hacerlo y yo llego del trabajo antes de su primer despertar (porque también despierta para la siesta), al llegar me acuesto con él y descansamos un rato más los dos juntitos.

Si bien no siempre estamos de acuerdo, con mi madre, en ciertos puntos menores de la crianza, veo que ella respeta lo que yo digo (casi siempre, jejeje) y estoy segura que  la ganancia es muchísima mayor a tenerlo otro año más en guardería.

 
 

Para finalizar, te invitamos a reflexionar sobre de maternidad y trabajo, con un escrito de Laura Gutman


Maternar y trabajar

Solemos creer que maternidad y trabajo son incompatibles. Sin embargo no importa si trabajamos o no. Importa saber si logramos fundirnos en las necesidades de los niños pequeños en relación al contacto corporal, el cobijo, la lactancia, los brazos disponibles, la mirada, la quietud y la presencia durante las horas que sí estamos en casa, incluyendo la noche. Siempre es posible seguir trabajando, si es nuestro deseo o nuestra necesidad, sin que el niño tenga que pagar los precios del abandono emocional. Con frecuencia, utilizamos el trabajo como refugio y excusa perfecta para no someternos al vínculo fusional con los hijos. En cambio, otras veces, nos lanzamos a ese misterioso universo sin tiempo y sin bordes que es el contacto corporal permanente con los niños pequeños, sabiendo que esa hazaña es invisible a ojos de los demás, y que en ese territorio no recibiremos reconocimiento ni apoyo.

El problema no es el trabajo. El problema es la vuelta a casa. Pensemos cuántos minutos por día le dedicamos, de verdad, a la satisfacción pura de nuestros hijos traducida en piel, olor, leche, fluidos, abrazos y palabras llenas de sentido.

Cuando regresamos a casa, el niño que ya nos ha esperado con infinita paciencia siente que, ahora sí, ha llegado la hora de estar con mamá. A partir de ese momento merece ser resarcido, colmado de caricias, tiempo, abrazos y sonrisas y también merece recibir respuestas a sus reclamos legítimos ya que ha esperado estoicamente el regreso de su madre. Si somos capaces de delegar todo lo demás una vez que hemos regresado a casa, si comprendemos que no hay nada urgente más que nutrir a nuestro bebe de caricias y leche, entonces el trabajo no será un obstáculo para el vínculo amoroso entre la madre y el niño.

Laura Gutman

2 comentarios:

  1. El post te ha quedado completísimo. Solo quiero hacer una aportación, y es cuando los criterios de educación de los padres y de los abuelos o familiares no concuerdan. En una guardería es más fácil que te hagan caso porque eres 'cliente' y, si no, puedes cambiarte a otra. Sin embargo, a los padres es más difíciles hacer que cumplan tus deseos y puede dar lugar a muchas tensiones.

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  2. Eso es verdad, Patricia. Siempre y cuando la guardería sea respetuosa y realmente cumpla tus deseos. Igualmente las pobres "tías" de guardería, generalmente "hacen lo que pueden".
    Sin embargo, mi experiencia me ha llevado a creer que pese a las diferencias con mi madre su amor incondicional hacia mi hijo, su ternura y sus cuidados exclusivos son impagables. Por eso digo, si se puede, lo recomiendo. Pero cada familia es un mundo!

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